Reconciliación

A veces sucede que te enfadas con la ciudad. No la soportas y sufres, a modo de esquizofrenia, accesos escapistas a la Arcadia feliz donde cultivar tomates que sepan a tomate; a otra desconocida y vibrante capital -¿quizás Nueva York donde protagonizar una excitante vida?-; o a la playa donde, sencillamente, dejarse mecer por el sonido, aroma y presencia de las olas.

Yo nací en Madrid pero me llevaron, precisamente, en busca de esa Arcadia... En algún momento de mi adolescencia supe que volvería. Y así fue. Sigo exprimiendo esta bella capital cada día, pero confieso que, ocasionalmente y como a la mayoría, me asaltan dichos brotes. Cuando sucede, me acerco a determinados lugares y todo se calma. Ellos me reconcilian.

La azotea del Círculo de Bellas Artes (Alcalá, 42 http://www.circulodebellasartes.com/). Magnífica atalaya desde la que se divisa esa inmensidad que, a veces, atrapa, ahoga, y otras, seduce, fascina. Abre todos los días de 11 a 19 horas. Pero, además, hay citas ineludibles como el programa Jazz en el Círculo y Las Noches Bárbaras, que cada 23 de junio celebran la llegada del verano y que suponen una gran oportunidad para recargarse de energía, desechar la negativa y admirar las estrellas que caen sobre los tejados. (¿Recuerdas Joan?)



(© Foto: Eva Sala/ Círculo de Bellas Artes)


Oxígeno, cierto que falta de vez en cuando. Pero tener una visión panorámica de la urbe procura una grata sensación que devuelve el aire. O lo quita. Porque la belleza que se admira desde el Cerro del Tío Pío, popularmente conocido como el Parque de las Siete Tetas, es única. Se encuentra junto al parque de bomberos desde cuya azotea Antonio López pintó Madrid desde Vallecas.

Sobre el césped, en los días claros, de esos que tienen el cielo brillante y azul que para muchos es el rasgo distintivo de la Villa y Corte, se admira la cubierta de Leganés y el aeropuerto de Barajas. De un punto a otro, imaginad cada detalle...

Y, sin duda, para mí, la imagen más poética: el Edificio de Telefónica. Con su reloj luminoso que corta el cielo y que un día fue signo inequívoco de progreso. Allá cuando la Gran Vía nacía soñando que un día sería centenaria.

Pero hay más lugares y momentos. Como esos minutos, conteniendo casi el aliento, frente a la obra de El Bosco El jardín de las delicias, en el Museo del Prado (Pº del Prado, s/n http://www.museodelprado.es/).

Silencio, realmente necesario. Guardarlo en cualquier sala de la Fundación Lázaro Galdiano (Serrano, 122 http://www.flg.es/). Esconderse en los Jardines de Sabatini para luego regresar a la realidad admirando, eso sí, el Palacio Real...

En fin, que Madrid bien merece una reconciliación. O varias.

Comentarios

  1. coincidimos creo que en todos los lugares, jejejeje.

    FELIZ AÑO!!!

    bss
    Esmoquin room
    http://blogs.revistagq.com/esmoquinroom

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  2. en esa azotea, en alguna escapada en las primeras lecturas del Quijote durante 24horas, fui feliz!! :)

    SAN

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