Tienen alma

Sillas, mesas y lámparas... Es decir, muebles y objetos decorativos que tienen alma de tantas vidas que ya concluyeron y de la que ahora les toca. En el barrio de las Letras se ha formado una ruta vintage con piezas procedentes de medio mundo. Increíble, deliciosa, onírica...

De absoluta maravilla puede tildarse Tado (Echegaray, 31). Creada hace ocho años por los ya conocidos en el barrio como los Juanes (Sorzo y Castro) y con la dulce Sylvie Fiachetti al frente. Su nombre coincide con el de un perro. 







Periódicamente se redecora y cambia, digamos, el escenario y ambiente para sorpresa y placer de la clientela. Así ha pasado de una ferretería del siglo XIX, a un desván de idéntica fecha con serrín y baúles secretos y a un hogar de aire francés, con una gran cama de madera, con mantas calentitas, una mesa y la luz de las velas. Incluso se transformó en una escena de la delicada obra literaria El festín de Babette.



(© Fotos Tado)

Tras el éxito de este inusual proyecto, los Juanes se instalaron por partida doble en Nicolás y Micaela (San Pedro, 9). Sendos establecimientos y sí, otros dos animalitos.



(© Foto Nicolás)

La primera reúne piezas de los años 50 y 60 fabricadas en Dinamarca que ellos restauran. Aunque algunas llevan la impronta de grandes diseñadores, domina el anonimato y, por ello, unos precios ajustados. 

En cuanto a la segunda, siguiendo la filosofía de Tado, cambia y recrea diferentes ambientes para suerte de quienes se asoman a esta casita-escaparate.

A tan sólo unos pasos, se encuentra The 2ND Downtown (San Pedro, 18). Cuando se abre la puerta, muy diligentes, se acercan Gretel y Telma, madre y hermana de Micaela, respectivamente. Son dos teckel que, a veces, no atienden a su dueño, Borja Beascoa, y se escapan.





(© Foto The 2ND Downtown)

Siempre vuelven, como lo hacen de sus viajes, Borja y su socio, Javier Blasco, cargados, siempre, de cosas bonitas. Por ejemplo, alfombras, delicados tejidos así como artesanía de Vietnam, Marruecos, India, etc.

Hace una década, Concha, animada por la presencia de anticuarios, fue la primera en aterrizar en el barrio: Concha Ortega (Moratín, 14). 

La mirada se pierde entre las mil y una varillas de un biombo de pino, una cómoda del XVIII y una maleta parisina de los años 30. Son algunas de las joyas que a ella, poseedora de un gusto exquisito y un talento como restauradora único, fascinan.

Eva Gabeiras realizó su sueño. En Moratín 20, (www.moratin20.blogspot.comemula la estética de los gabinetes de curiosidades del siglo XVIII. 


Así, tras reparar en los fanales de cristal con pájaros y otros seres en su interior, uno se fija en los juguetes de madera de los años 30, en la colección de cepillos de carpintero y, por supuesto, en los sombreros y casquetes de plumas confeccionados en los 20 y 40. En medio de todo ello, otro teckel, que siente simpatía por los inquilinos de la calle San Pedro, descansa en un sofá a medida.

Después de trabajar junto a Lander Urquijo (Serrano, 120) aportando el toque vintage a su sastrería, Nuria Quilis y Luis Bermejo se establecieron en Passage Privé (Moratín, 29. www.passageprive.es), un lugar bien agradable que antaño fue una lechería. 





(© Fotos Passage Privé)

Rosendo González y Julio Montero Melchor llegaron hace cuatro años y, pronto, duplicaron dirección. Son amantes confesos del diseño del siglo XX y propietarios de Modernario (Moratín, 30 y Santa María, 20. www.modernario.es). 

Sienten debilidad por los años 30-50, cuando el diseño se basaba en estudios antropomórficos en busca de la forma perfecta, y bella. Que la estética no estaba reñida con la comodidad y funcionalidad quedo patente de manos de Bruno Mathsson, Mario Botta o Arne Norell; pero también de Arne Jacobsen, Kaare Klint o Charles & Ray Eames.

Sin duda, tienen alma.

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