Patatas fritas, por favor

En Madrid siguen existiendo fábricas de patatas fritas. Cerca de casa hay una, en la calle Ponzano. Es un placer acercarse y comprarlas, recién hechas, al peso.

Cuando no es posible, existen ricas opciones en bolsa. Tanto como:

Las de La Chinata (www.lachinata.es). Todavía no he encontrado algo que no me guste de esta casa. Su paté de morcilla me parece un pecado y sus patatas fritas, otro. Empezar y no terminar hasta dejar la bolsa vacía, así es. 




(© Foto La Chinata)

Y en la tienda de Chueca, que es la que yo visito, no pueden ser más amables. Y eso, claro, suma puntos. 

De Soria son las de Añavieja (www.anavieja.com), para mí, sencillamente: las mejores patatas fritas. No faltan en la casa soriana de mi madre, cuando hemos subido de la piscina y los niños preguntan: ¿Tomamos el aperitivo? Y ellos, ensimismados con su bitter kas, cumplen el ritual de mojar las patatas en la bebida roja. 





(© Foto San Nicasio)


La primera vez que las vi pensé que eran británicas. El diseño ya es un punto a favor; pero lejos de quedarse solo en eso, las Patatas San Nicasio son excelentes (www.sannicasio.es). 

Se elaboran con aceite de oliva virgen extra de almazaras de la Subbética, cooperativa que pertenece a la D.O. Priego de Córdoba, y son las únicas que llevan sal rosa del Himalaya. 

Creo que voy a buscar una bolsa ahora mismo. Umm, patatas fritas... Algo tan sencillo y a la vez, excepcional. 


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