Agurcho Iruretagoyena, belleza inclasificable





Existen espacios inclasificables pero consagrados a la belleza. Pocos son del nivel de Agurcho Iruretagoyena (www.agurchoiruretagoyena.es). Hay mujeres cuya elegancia innata les hace lucir una mezcla de joyas imposible en otras. Es cuestión de clase, de elegancia y de naturalidad. Ellas son Agurcho e hijas, Terese y Leire. Y yo hoy he decidido sentenciar doblemente. 





No es una joyería ni una galería o anticuario al uso. Es un poco de todo eso y algo más. 

Siguen una línea y concepto muy claros: reunir aquellas joyas que más aman. No atender a modas y, dado su fino sentido estético, adelantar lo que, sin duda, vendrá.

Además, fueron precursoras al introducir los delicados aromas de la firma Dyptique en el norte de España. Se pueden adquirir velas, ambientadores de hogar y perfumes. Porque ellas tienen claro que la atmósfera, el lugar en el que se vive también puede embellecerse aromáticamente.







Son muebles, especialmente del XVIII y XIX francés e italiano; pintura y escultura antigua y contemporánea, y joyas antiguas que adquieren en subastas, de herencias y de infinidad de viajes por todo el mundo. Les maravillan los broches de bichos porque, dice Terese, imprimen un estilo más desenfadado. 






Las hay también contemporáneas, por ejemplo, las de la firma balear Mayoral. Además, en Agurcho Iruretagoyena también tiene cabida el arte en forma de exposiciones. La última ha sido con motivo del 15º aniversario y, precisamente, la ha protagonizado un escultor navarro por el que ella apostó en sus inicios. No es otro que David Rodríguez Caballero.

Les fascina la mezcla con sentido común, la policromía y esa virgen única del siglo XIV cuyo carácter único reside en el material en el que fue tallada: alabastro y no madera.




(© Fotos A.I)

Agurcho, Terese y Leire son tan especiales como su tienda. Ellas, que lucen una mezcla de joyas que nadie podría vestir con tal naturalidad, dicen que no les gusta levantar barreras por el precio y que les fascina que nuevas caras entren en su espacio y disfruten de un ratito de tanta delicadeza, de tanta belleza. Casi magia.

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