Bienvenido, 2016

En apenas unas horas, comenzará 2016. Por mi parte, voy a celebrar su llegada de forma silenciosa, sin apenas hacer ruido, como si fuera una noche más. Junto a mi padre y mi madre, cenaré borraja y lubina al horno. No tomaremos uvas, porque nunca nos ha gustado hacerlo. Y yo me iré pronto a la cama para sumirme en el placer número uno de las vacaciones: leer, leer, leer...

Este año hemos decidido hacer aquello que más nos apetece: no celebrar.

Cambia el año, pero nosotros seguimos igual. ¿O quizá no?

Me alegra la idea de iniciar 2016 porque desde hace unos meses vivo un cambio en mi interior. Porque 2015 ha sido emocionalmente devastador y, entre mayo y junio, quedé hecha polvo, hecha añicos, en el más estricto sentido de la palabra.

Me levanté y todavía me reconstruyo, como puedo, con la ayuda de quienes tengo cerca. Cada día, consigo pegar más pedacitos para reconocerme y volver a ser la María que fui.

Las pérdidas, y la tristeza, la ira, la desesperación y la confusión que provocan, son parte de la vida, por eso, he decidido dejarles un huequecito en mi alma, pero pequeño, muy pequeño.

Por eso, bienvenido, 2016, por todo lo que tiene de construcción, de retos, de planes... Por todo lo que tiene de viajes, de buenas comidas, de risas y carcajadas...

Eso es lo que quiero hacer en los próximos meses: viajar, caminar, correr... y tener cerca a quienes más quiero disfrutando conmigo del viaje, sumando kilómetros bajo nuestros pies o esperándome en la meta porque ellos prefieren aguardar ahí.

Gracias, vida, por un nuevo año, te prometo que voy a vivirlo como solo sé hacerlo, para lo bueno y para lo malo:

INTENSAMENTE



Y, como dice Begoña Abad, me voy a poner la vida para diario, no pienso dejarla en el armario para las ocasiones especiales.

Reviso este blog y veo que la última entrada hablaba de deseos, pues bien, ése es el que formulo ahora, el único, y lo hago en voz alta, creyéndome cada una de sus sílabas: 


VIVIR (de nuevo) INTENSAMENTE

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