Sobre la amistad

En un momento concreto, Ana acarició mi rodilla; sí, con ese gesto que es como una doble caricia y un apretón. Resulta complicado describir determinados gestos.

Saida no nos dio un beso en cada mejilla. Nos besó a borbotones. Como se supone que hacen las abuelas. La mía no era de ese tipo de abuelas.

Ellas son amigas. Son amigas que han vuelto a mi vida.

Porque este fin de semana será recordado por los reencuentros. Lo recordaré yo y ellas posiblemente. El viernes, lo que se anunciaba como un café se convirtió en un plato de aceitunas con boquerones en vinagre, y varias cervezas. Hablamos, hablamos y hablamos. Volví a las acequias, a las nocheviejas en el Chatos...

Ayer, sábado, también comimos aceitunas con boquerones, y charlamos ya no sólo sobre la vida. También sobre la muerte con el tono salvaje que nos caracteriza. Bueno, que a mí me define.

La amistad es esto. Reencontrarse, ponerse al día y emocionarse con un gesto. Una caricia y unos besos de abuela.

Tengo pendiente otros dos reencuentros. Eva lo sabe. Bea lo sabe.

Gracias, amigas.

Comentarios

  1. Eso está hecho María. Esperando esas risas y complicidad que la amistad tan bien sabe guardar. Un besazo

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