Bendita lectura





La última vez que escribí aquí abril tocaba a su fin. Ahora, concluye mayo. Nada tiene que ver con el motivo de este texto. Simplemente he reparado en ello.

De hecho, este texto es una lista. Me gusta mucho hacerlas aunque casi siempre las dejo a medias. Sin embargo, a principios de año inicié una y cinco meses después, la mantengo. 

El 31 de diciembre, alguien que no recuerdo (perdón) publicó los títulos que había leído durante 2019. Aparecía mi pequeño librito, de ahí que me etiquetara en alguna red. Me gustó la idea y dado que tenía una bonita libreta, regalo de Ana, sin estrenar, le adjudiqué ese uso: listado de libros.

No quiero ser arrogante o quizá lo digo porque en el fondo sé que lo es. Bueno, comparto la lista de libros que he leído desde el 12 de marzo hasta hoy. Quiero creer que lo hago con el ánimo de haceros llegar títulos que me han mantenido viva, entretenida y pensando en algo más que este virus, que algunos creen que ya ha desaparecido.

No he abandonado ninguno a medias. Algo que en los últimos tiempos hago sin pestañear ni cargo de conciencia. Pero sí ha habido uno del que pasé algún párrafo. Bueno, creo que realmente fueron dos.

He leído varios a la vez quizá como truco para no centrarme en una única historia y que la cabeza se me fuera a la realidad, al virus, a los muertos, al confinamiento, al futuro...

He sido capaz de retomar un libro que había intentado leer hasta en tres ocasiones.

He leído en la cama, en el sofá y hasta en el suelo de la cocina. 

He soñado con recuperar El Quijote y Fortunata y Jacinta.

He llorado como hacía tiempo que no me sucedía con un libro.

He concluido, una vez más, lo difícil que debe ser escribir una novela y, mucho más, que sea redonda.

He sentido frío y casi hasta el viento helador en el rostro.

He sentido sed, sobre todo, de cerveza, pero también he querido prepararme algún café humeante.

He recuperado la obsesión por los escritores. Es decir, haber leído uno de sus libros y continuar con otro, y otro... Era algo que hacía cuando tenía 20 años y tras alguna que otra desilusión, lógico, no todos los libros son buenos, había dejado de hacerlo. Esta vez lo he hecho con una mujer escritora. ¡Quiero devorar todo lo que haya publicado!

He recordado dónde compré cada uno de los libros, en qué ciudad y también en qué circunstancias. Y sobre todo he pensado en lo importantes que han sido, y son, siempre los libreros y libreras en mi vida. 

He echado de menos los dos clubes de lectura en los que participo. 

He agradecido que la lectura, de nuevo, me haya salvado.

Y solo ha habido un título que ni fu ni fa. 

He vuelto a creer en el libro como objeto bello y he confirmado que es el mejor dinero que gasto.

Bueno, aquí va mi arrogante lista de mira cuánto leo:

Réquiem por un campesino español, Ramón J. Sender


Cartas de una pionera, Elinore Pruitt Stewart


Lo rural ha muerto, viva lo rural, Víctor Manuel Guíu

 
Nada, Carmen Laforet


Chesil Beach, Ian McEwan


Mirarse de frente, Vivan Gornick


Olive Kitteridge, Elizabeth Strout


Manual de mujeres de la limpieza, Lucia Berlin


Una educación, Tara Westover


Fruta prohibida, Jeanette Winterson


Invierno, Rick Bass


La madre de Frankestein, Almudena Grandes


Una habitación propia, Virginia Woolf


Caminar, William Haxlitt y Robert Louis Stevenson


El cuento de la criada, Margaret Atwood


Nada crece a la luz de la luna, Torborg Nendreaas


Penélope y las doce criadas, Margaret Atwood


La maldición de Eva, Margaret Atwood


A corazón abierto, Elvira Lindo


Miedo, Stefan Zweig

 
La sustancia del mal, Luca D'Andread

 
El adversario, Emmanuel Carrere

 
La nieta del señor Linh, Philippe Claudel

 
Iluminada, Mary Karr
 

Continúo leyendo El infinito en un junco, escrito por Irene Vallejo. Todavía no lo he terminado, pero me está gustando mucho precisamente por lo que tiene de enciclopédico. 

Y ahora estoy profundamente inmersa en Rayuela, libro que confieso he cogido y dejado mil veces.

#leemásfuerte


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