Adopta, no compres





Hace unos días, escuché en la radio que en Zaragoza habían detenido a dos personas por tener a 500 perros enjaulados y en condiciones deplorables. Me provocó una tristeza tremenda. No soy capaz de entenderlo. 

A mí me gustan mucho los perros. No me sucede lo mismo con los gatos. Creo que en otra vida fui ratón, o rata, o tuve una experiencia traumática con ellos y me provocan pánico. Sí, terror absoluto. Recuerdo aquella vez que dormí en casa de Elena, llegamos de madrugada, de repente yo sentí peso en las piernas, abrí los ojos y tenía a su gato encima. Creo que ésa fue la primera vez que supe lo que significa hiperventilar. 

Mientras escribo esto, Lala ronca. Llegó el lunes, fuimos a recogerla a las inmediaciones de Getafe y nos miró con curiosidad. Sigue así, nos mira mucho. 

Lala es adoptada y tiene diez años. En diciembre, será uno más.

Hemos tardado cinco años en dar el paso, hemos tenido varios intentos fallidos de adopción y de compra. Sí, no lo escondemos, pero ahora más que nunca diremos que adoptes, no compres. Y si es un perro mayor, no te arrepentirás. 

Ella es tranquila. Tan tranquila que si no roncara ni la notaríamos. Pero cuando no duerme se dedica a seguirme a mí a todas partes. De hecho, ahora tenemos la tarea de que entienda que en casa somos ella y dos personas que vamos a cuidarle por igual. 

Los perros no son juguetes. No sustituyen a los niños ni a los hijos que no se tienen. No son cosas y por lo tanto no hay que cosificarlos. Y con esto creo que lo digo todo.

No quiero que duerma en nuestra cama. Bueno, Lala es tan prudente que ni se acerca a nosotros cuando comemos ni se sube al sofá. Es demasiado educada. 

Camina lentamente por la calle y siempre a la izquierda de nosotros. Camina lentamente y quizá ha llegado a nuestras vidas para que bajemos el ritmo y nos fijemos más en lo que nos rodea. 

Como Frida, la perra de nuestra familia y que casualmente es un calco de Lala, pero en joven, ya ha detectado quién es el veterinario y no le gusta ni asomarse. Frida reacciona justo en el desvío a La Almunia, donde está su veterinaria, y se pone nerviosa desde ese punto. 

Son listas, son agradecidas y haberle abierto las puertas de nuestro pequeño hogar a Lala ha sido una gran y meditada decisión. 

Gracias a Apaguas por todo. 

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