Mi año lector



El año pasado por estas fechas, encontré una mención a mi pequeño librito. Estaba dentro de una lista que un lector hacía pública en sus redes. Me gustó la idea de anotar los títulos y para ello dediqué una pequeña libreta que entonces me regaló Ana. 

Aunque soy una ansias, lo admita o no, ahora que concluyen estos 12 meses reviso la lista sin ánimo cuantitativo. Reparo, más que nada, en cómo ya me falla le memoria y, aunque no haya transcurrido demasiado tiempo, no me acuerdo de la trama de algunos de ellos. 

He establecido tres categorías: leídos, leyendo y abandonados. Los compartiré cronológicamente, es decir, en el orden en que los leí. Y junto a ellos añadiré la etiqueta. Junto a los que me hayan emocionado o provocado impresiones dignas de mencionar, las escribiré. 

Como nunca hice una lista de estas características, no puedo valorar si son más o menos que antes. Si bien, creo que son bastantes y en ello ha tenido mucho que ver este virus. Para mí, que suelo procurar ver el vaso medio lleno, el bicho tuvo algunas cosas buenas. Lo malo es que prácticamente las hemos olvidado y aquellos cambios que aventurábamos que permanecerían, se han quedado en, digamos, agua de borrajas. 

Para mí los días de marzo a mayo, en casa, sin salir, tuvieron algo de bálsamo frente al ruido y la velocidad. Me resguardé en los libros y, una vez más, no fallaron. Ellos me salvaron. Comparto la lista:

Tierra de campos, David Trueba. Leído. Se podía haber ahorrado algunas páginas, sinceramente. 

La ley del menor, Ian McEwan. Leído. Supuso el estreno de Claudia eligiendo lectura para Tinta Fina. 

Alegría, Manuel Vilas. Leído. Fue una pequeña decepción tras lo mucho que me entusiasmó Ordesa.

La revolución de las flauneuses, Anna María Iglesia. Leído. Fue parte del club que comparto con mis interesantísimas tinta finers. Es muy recomendable y perfecto para reflexionar en cómo son los espacios públicos, cómo nos movemos por ellos las mujeres y cómo nos dejan hacerlo. 

Cara de pan, Sara Mesa. Leído. Lo devoré en El Palmar, a finales de enero. Me encantó y, al mismo tiempo, me revolvió el cuerpo. 

Otra vida por vivir, Theodor Kallifatides. Leído. Maravilla maravillosa que también engullí en Cádiz. Gracias a Anabel por tamaña recomendación. 

Tristana, Benito Pérez Galdós. Leído. Sugerencia tinta finer de Rosa. ¡Qué suerte volver a Galdós! Nadie o casi nadie escribe como él. Hoy que tantos libros se editan, como él nadie escribe. Nadie.

La Retornada, Donatella di Pietrantonio. Leído.

Réquiem por un campesino español, Ramón J. Sender. Leído. Iba a ser el título comentado en mi otro club, La Charradica, pero entonces... ¡irrumpió en nuestras vidas un virus! 

Cartas de una pionera. Leído. Maravilla que en su momento me recomendó Katixa, mi librera de cabecera de Pamplona. Eran las primeras semanas de ese encierro que nunca pudimos imaginar y yo soñaba con irme a vivir a las montañas como la protagonista. Deseaba quedarme con lo esencial y eliminar lo accesorio, que de eso, nuestras vidas tanto tienen. 

Lo rural ha muerto, viva lo rural, Víctor Manuel Guiu. Leído. Estuve muy de acuerdo en sus reflexiones. Gracias, Ana, por una recomendación tan acertada. 

Nada, Carmen Laforet. Leído. Como Galdós, casi nadie escribe ya como aquellas escritoras y escritores de entonces. 

Chesil Beach, Ian McEwan. Leído. Quise darle una segunda oportunidad al autor británico, pero definitivamente este señor no me emociona. Es más, me aburre. 

Mirarse de frente, Vivian Gornick. Leído. Pequeña decepción frente a la inmensidad de Apegos feroces. Y es que este volumen dejó el pabellón muy alto, aún así, mereció la pena pasar sus páginas. 

Olive Kitteridge, Elizabeth Strout. Leído. Otra sugerencia de Katixa, a ratos fue un poquito pesada, pero en conjunto, sin duda, una muy buena lectura. 

Manual para mujeres de la limpieza, Lucia Berlin. Leído. Lo empecé volviendo de Escocia cuando recalamos unos días en la casa de Sabela, en Bruselas. Ella lo tenía en la mesilla de la cama, lo tomé, lo leí, pero no me entusiasmó. De vuelta, lo intenté de nuevo. Y de nuevo lo abandoné. A mí Lucia Berlin me ha costado hasta tres intentos, pero finalmente, me enganchó y maravilló. Altamente recomendable. 

Una educación, Tara Westover. Leído. Posiblemente uno de los libros de 2020. ¡Cuánto lloré! Quizá porque estábamos ya en plena pandemia y mi sensibilidad estaba acorralada en mi pequeño piso. 

Fruta prohibida, Jeanette Winterson. Leído. Me aburrió un poquito. 

Invierno, Rick Bass. Leído. LibrAZO. 

La madre de Frankestein, Almudena Grandes. Leído. Con él volví a enamorarme de su escritura. Nuestro idilio sufrió una parada técnica con Inés y la alegría, que dejé a medias. Grandes consiguió que me enganchara tanto que lo engullí en apenas dos días. 

Una habitación propia, Virginia Woolf. Leído. Lo que voy a decir no me deja en buen lugar, pero ahí va: creo que este libro está sobrevalorado. 

Caminar, William Hazlett y Robert Louis Stevenson. Leído. Cuando no podía caminar, conseguí evadirme con este librito. Volví a mis caminos y recordé con intensidad a quienes me acompañaron en ellos. Sobre todo, pensé en mi padre.

El cuento de la críada, Margaret Atwood. Leído. La serie tuve que abandonarla porque me causaba ansiedad, el libro, sin embargo, me robó horas de sueño. Lo devoré. 

Nada crece a la luz de la luna, Torborg Nedreaas. Leído. Me gustó bastante. 

Penélope y las doce criadasMargaret Atwood. Leído. Maravilla maravillosa.

El infinito en un junco, Irene Vallejo. Leyendo. Me parece tal joya que lo leo tan lentamente como puedo. No quiero que acabe.

La maldición de Eva, Margaret Atwood. Leído. 

A corazón abierto, Elvira Lindo. Leído. Me entretuvo muchísimo y lo engullí con el afán de llegar al final, aunque realmente no quisiera que acabase.

Miedo, Stefan Zweig. Leído. Joyita. 

La sustancia del mal, Luca D'Andrea. Leído. Lo terminé aunque me pareció regular.

El adversario, Emmanuel Carrere. Leído. Fue recomendación de Anabel y creo que también de Claudia. Ni fu ni fa. 

Iluminada, Mary Karr. Leído. 

La nieta del señor Linh, Leído. Un buen ejemplo de cuánto puede caber en unas pocas páginas. Recomendación de Amaya Ascunce. 

Rayuela, Julio Cortázar. Leyendo. 

Madre e hija, Jenn Díaz. Leído. 

Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé. Lo abandoné, pero seguro que lo retomo. 

El enigma de la habitación 622, Joël Dicker. Leído. Este autor no escribe grandes libros, sinceramente, pero hay que reconocerle el mérito de conseguir no pensar en otra cosa: leer, leer y leer.  

La dama de la furgoneta, Alan Bennett. Leído. Lo compré en la librería Primera Página, en Urueña. Empezábamos nuestras vacaciones en furgoneta y leerlo fue un regalo. Además, recordé haber visto la película cuando vivía en Escocia. Me gustó mucho. 

Mendel el de los libros, Stefan Zweig. Leído. Otra maravilla maravillosa. 

Verde agua, Marisa Madieri. Leído. Tras comentar Tristana durante una tarde de verano en el Parque del Oeste, picnic mediante, cuando ya se podía salir, este libro fue mi recomendación para Tinta Fina. Me encantó releerlo 15 años después. Es uno de mis libros favoritos. 

El camino, Miguel Delibes. Leído. 

Mujer de rojo sobre fondo gris, Miguel Delibes. Leído. 

El disputado voto del señor Cayo, Miguel Delibes. Leído. Estos tres títulos cayeron en mis manos gracias a un segundo confinamiento con mi familia política. Regresar a Delibes fue una gozada. 

El humo de Birkenan, Liana Millu. Leído. 

Un cambio de verdad, Gabi Martínez. Leído. Me lo prestó Ana, y lo leí en una playa de Asturias en la que a Lala no le permitían acceder y nos resguardamos bajo un árbol. 

Me quedo aquí, Marco Balzano. Leído. Lo disfruté placenteramente en otra playa asturiana, a la que sí pudo venir Lala. Se acercaba el final de las vacaciones y yo solo pensaba en eso, en quedarme allí. Muy bonito libro, recomendación de Rafa y Miren, de Nakama, y que regalamos a la tía Feli por su cumple. 

Niveles de vida, Julian Barnes. Leído. Lo compré la última vez en Deborahlibros. Qué maravilla, sobre todo, el tercer relato. Gracias, Katixa, una vez más por tu sabio consejo. 

La vida sin maquillaje, Maryse Conde. Leído. Quise leerlo tras disfrutar muchísimo del primer volumen de sus memorias: Corazón que ríe, corazón que llora.  

Mortal y rosa, Francisco Umbral. Leído. Lo compré hace tiempo, pero lo leí en este convulso 2020. Me lo recomendó Amaya Ascunce cuando la conocí y le comenté mi interés por los libros sobre duelo. Es profundamente conmovedor y realmente bien escrito. 

La vida secreta de los árboles, Peter Wohlleben. Leyendo. Muy interesante y recomendable para una persona como yo a la que le gustan las plantas y árboles tanto como los libros.

Un amor, Sara Mesa. Leído. Dicen que es el libro del año. A mí me enganchó muchísimo, pero del final diré, sin rodeos, que es una tomadura de pelo. ¿O será que yo no lo entendí?

Tiene que ser aquí, Maggie O'Farrell. Leído. Me encantó. Se lo regalamos a mis tías por Reyes, sugerencia de Rafa y Miren, mis actuales libreros de cabecera. No es un librazo, pero tiene algo que a mí, al menos, me cautivó y emocionó. No sé, quizá sea algo relativo a la mala suerte, a desconocer el futuro, e incluso, el presente. 

Mujeres que corren con los lobos, Clarissa Pinkola Estés. Leyendo. Altamente recomendable para nosotras, para entender la necesidad de recuperar fuerzas que están en nuestro origen. Y confiar, confiar mucho en nuestro poder. 

Stoner, John Edward Williams. Leído. Fue una recomendación unánime de las tinta finers y que a mí no me gustó ni mucho ni poco, más bien, nada.

Madres e hijos, Theodor Kallifatides. Leído. Verdaderamente este señor es un regalo. Es un libro muy conmovedor, pequeñito, pero inmenso. Así es. 

El corazón es un cazador solitario, Carson McCullers. Abandonado, pero estoy segura de que lo retomaré. 

Los testamentos, Margaret Atwood. Leído. Cuando un autor me fascina, necesito leer todo lo que ha escrito. Éste ha sido el año de esta señora que tan bien escribe. No lo he leído todo, pero continuar disfrutándola es un propósito para los días que vendrán. 

La habitación de invitados, Helen Garner. Leído. Bonita y sencilla lectura, que me hizo pensar en algunas cosas importantes. 

Lo que no tiene nombre, Piedad Bonnett. Leído. Muy conmovedor. 

Berta Isla, Javier Marías. Leído. Supuso mi reencuentro con Marías, a quien abandoné hace tiempo. 

Ru, Kim Thúy. Leído. Posiblemente el libro que más me ha conmovido de toda esta lista. Recomendación de Katixa para un club de lectura virtual en el que fue un placer reencontrarnos. 

Las diosas de cada mujer, Jean Shinoda Bolen. Leyendo. 

Un verano sin hombres, Siri Hustvedt. Leído. 

50 palos, Pau Donés. Leído. Vi el documental realizado pocos días antes de su muerte y salí corriendo a una librería de ésas que pertenecen a grandes corporaciones y en las que yo nunca entro. Lo hice porque quería saber más y lo leí en apenas 48 horas. Gracias, Donés, por tanta luz entre la oscuridad. 

La hija única. Guadalupe Nettel. Leído. Otro de los grandes libros de 2020. No es una lectura fácil dado que algunos pasajes son verdaderamente duros. Pero así es la vida, ¿no? Alina podría ser yo. 

El mapa de los afectos, Ana Merino. Leído. Me gustó bastante. 

Las vencedoras, Laetitia Colombani. Leído. Me gustó bastante aunque no sea una gran grandísima obra de la literatura. Es sencillo, amable, bonito. 

La piel, Sergio del Molino. Abandonado. Mira qué me ha gustado todo lo que leído de él, pero a este volumen no le he encontrado la gracia. Alcanzadas las 100 páginas, desistí. 

Las maravillas, Elena Medel. Leído. Ni frío ni calor. 

El silencio y su canción, Ángel Gracia. Leído. Breve y muy interesante librito en torno a Labordeta. Me he quedado con frases como:  'los silencios son la máxima expresión en el medio rural'. 

Muchos de estos libros los compré y leí, otros llevaban un tiempo pendientes. Algunos fueron prestados y devueltos, ayer justo le hice llegar uno a Ana. Los hay de segunda mano, adquiridos en Re Read de Martínez Campos. Y también los hay de la Biblioteca de Morata de Jalón, recomendados por Dani. 

Y ahora, momento del recuento. Si no me equivoco, han sido: 

64 leídos

Abandonados: 3

En proceso: 4

¡Felices nuevas y buenas lecturas!

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