De mentiras y otros asuntos

Existe una palabra que me resulta especialmente fea. Su forma, su sonido no me gustan y, sin embargo, últimamente su significado lo manejo a la perfección.

Me refiero a procrastinar. ¿Es o no es una palabra fea? 

El caso es que, en los últimos tiempos, retraso, dejo para otro momento las tareas importantes y me entretengo en otras, mucho más absurdas. La conclusión es que, al final, siento cargo de conciencia y estrés porque la lista de obligaciones es enorme, de la primera a la última son relevantes y, sí, tengo que hacer todo lo que pospuse. Un rollo, en resumidas cuentas, o mejor dicho, la pescadilla que se muerde la cola, una y otra vez. 

También he percibido que miento. A los demás y a mí misma. Lo he hecho durante tanto tiempo que me he creído mis propios razonamientos. Y esta semana he decidido comenzarla reconociendo que sí me gusta la Navidad, que sí me gusta celebrar mi cumpleaños y que sí me gusta recibir regalos.

Ah, y una mentira más: sí me gusta correr junto a otras personas y sí me gusta participar en carreras. Y mucho. 





Ayer fue la última, la II Carrera Solidaria a favor de ANFAS, en Pamplona. El precio del dorsal fue 12 euros y la recaudación se destinó íntegramente a esta asociación navarra a favor de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo; algunos de sus integrantes también corrieron y a mí me  encantó compartir esfuerzo con ellos. 

En los últimos 30 días, he participado en dos pruebas. La primera supuso un reto emocional y también deportivo, claro. Significó correr después de mucho tiempo, con unos kilos de más y con un catarro que no me abandona. Me refiero a la Carrera de las Murallas, también en la ciudad en la que ahora resido. Fue de noche, con la Ciudadela iluminada y fue tan especial el recorrido y tan emotivo cruzar la meta que rompí a llorar. 

No volveré a creerme mis propias mentiras. Porque es cierto que cuando era niña y me llevaron junto a otros compañeros del colegio a correr a un pueblo no me gustó nada la experiencia, pero he descubierto que, hoy por hoy, me fascina correr junto a otras personas. Es una cuestión de energía. Y acelero, vaya qué sí acelero, cuando alguien me dice: '¡Aúpa!'. 

Porque es cierto que sí soy competitiva y me pongo nerviosa esperando sola la salida mientras el resto se divierte con los amigos. 

Porque me he demostrado a mí misma que, a pesar de los kilos y de sufrir lesiones que nunca antes había sufrido y entrenar menos, mis piernas me llevan allá dónde yo quiero, puedo disfrutar y terminar aunque solo hayan sido 6 y 5 kilómetros, respectivamente. 

Me gusta superar el momento de debilidad, generalmente a los 3 kilómetros, y ser capaz de continuar. Me emociona, y mucho, cruzar la meta. Y sobre todo, encontrarme con mi amor que tan orgulloso se siente de mí.

No voy a mentir más y voy a intentar deshacerme de la palabra procrastinar, al menos durante la semana que hoy empieza.

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