¡Cómo me gustas, septiembre!


 

Siempre me gustó septiembre. Y me sigue gustando. Tanto que lo llevo tatuado así como ese mensaje: Begin again. Porque en mi biografía este mes ha supuesto más de una y de dos veces un absoluto inicio. Comencé casi desde cero. 

Asoma, anuncia su llegada tras agosto, y yo de forma natural noto una energía nueva. Este mes siempre me apeteció porque en mi mente cuadriculada significaba orden. Y porque el calor y esas cosas del verano que a la mayoría gustan, a mí no me conquistan.

A este septiembre posiblemente todos lo esperamos como un nuevo comienzo. Tenemos puestas en él demasiadas expectativas, pobre mes, que no tiene la culpa de nada. 

A él yo le pido sentir mi hogar como lo sentí durante el confinamiento, disfrutar de mi trabajo que tanto me apasiona, hacer aquello que me reconforta y con las personas que multiplican esta sensación de paz, de estar bien. No quiero que sean demasiadas, yo sigo en modo muy aislado, pero quiero que sean las esenciales. 

A él le pido lluvia, porque me encanta, y horas para valorar en calma lo afortunada que soy. 

Porque este verano he podido viajar con seguridad con ellos, con Josemi y con Lala en la furgo. Somos unos privilegiados, sin duda. Los tres, esta pequeña familia, hemos disfrutado de placeres que podrían parecer sin importancia: largas horas de sueño (¡Por fin!), mucha sidra y más queso. 

Porque me llevo al otoño hogareño los recuerdos de tantos paseos por bosques. Gracias a Txus y a Rosa por reconciliarnos con Navarra y llevarnos de la mano por bosques inolvidables, posiblemente los más bellos nunca antes visitados. 

A estos meses de oscuridad y resguardo también me llevo el último paseo por Irati, tan bonito y tan especial, en recuerdo de Ariadna a quien, hace 5 años, despedimos allí y le pedimos, por favor, que nos mandara sol, siempre sol, para iluminarlos. 

También soy afortunada por la familia que tengo. 

Deseo que el otoño suponga la transición por el duelo de algunas personas que han muerto, quiero que sea tranquilo y quiero estar cerca por ejemplo de Eva, ella que es tan importante para mí. Creo que es la amiga que primero conocí en mi vida, hace tanto tiempo que ni lo recuerdo. Ella, el otro día me dijo que su primer recuerdo conmigo fue cuando la plaza de nuestro pueblito bueno, Monteagudo de las Vicarías, era de tierra y piedras. Siempre voy a recordar a tu padre, Eva, cada verano, preguntándome qué tal por el Abc. Siempre, siempre. 

Durante el confinamiento reflexioné sobre asuntos importantes y quiero que estos se asienten verdaderamente en mí. Para alcanzarlo necesito el carácter calmado del otoño, y septiembre anuncia su llegada. 

Poco más pido a septiembre, que no tiene la culpa de nada, bueno, sí, cómo no, le pido que me dé tiempo para leer esos libros que a mí me dan la vida. Por cierto, ahora leo uno que no quiero dejar de mencionar: Mortal y rosa, de Paco Umbral. Ya sabéis, sobre mi tema favorito: el duelo. ¡Pura poesía, triste, pero poesía!


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