Lala, ay, Lala



El otro día vi el programa de Mercedes Milá sobre los animales y cómo se comunican con nosotros. Y pensé, aunque ya lo había hecho previamente, sobre mi relación con Lala.

El lunes también hablé con mi psicóloga sobre ello, y ella apuntó si tenía que ver con mis abortos. Respondí con rotundidad, que no. No porque me molestara sino porque tengo clarísimo que Lala es una perra, un animal y que no estoy volcando en ella ninguna ausencia. De cerrar ese duelo se encargó otro psicólogo, Josetxo, quien hizo un gran trabajo y me salvó de mis fantasmas. 

Si bien, me pregunto porqué la elegimos a ella. Y sé que tiene que ver con ser mayor -11 años en diciembre- y haberse dedicado a parir para que otros hicieran negocio. Etapa final de la vida y reproducirse como una máquina... sin duda, tenía que ser ella la elegida y no un perrill@ joven y lozano. 

Pienso en Lala y siento complicidad, me acompaña y me mira de una forma que sé que me entiende. 

Ahora mismo, le he dicho que tenía que comer pienso porque no había otra cosa. Es que compartimos, bueno, yo principalmente, nuestra comida con ella y claro, le sabe a gloria. Bueno, pues ha olisqueado su plato y me ha mirado como diciendo: 'Va, dame un poco de ese puré de patata tan rico que estás comiendo'.

He captado su mensaje y le he dicho: 'Lala, es lo que hay hoy para comer. No te voy a dar nada'. Me ha mirado y se ha comido el pienso.

Sé que me entiende. Y con ella hablo y por respuesta tengo su mirada. 

Pues Lala vuelve a estar malita. Ya lo estuvo a finales de julio, apenas dos meses después de llegar a nuestra casa. Y ahora, cinco meses después, está malita. 

Una visita al veterinario por otra cuestión y un 'tiene un bulto aquí que parece grasa', se ha traducido en un tumor cutáneo con mal pronóstico del que tendremos noticias en unos días, precisamente el día de mi cumpleaños. Lala volvió del veterinario con el pelo a lo señora mayor (lo que es) porque se lo secaron allí con secador y con 8 puntos de sutura. Llegó a casa y me miró con carita de, 'hogar, por fin, hogar'. 

Y yo pienso que sí, que claro que sabíamos que adoptar a una perra como ella, tenía esto y que el otro día decía que la muerte es una mierda y añado que la de un perro que te habla con la mirada o no, pero que te acompaña, también lo es. 

Pero ése es un capítulo por escribir, que nuestra yayi Lala de momento sigue comiendo rico, durmiendo a pata suelta, roncando mucho y tirándose algún pedete que otro.

Tan solo quería decir que, por favor, cuidemos bien de los animales. 


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