De primeras veces

O casi primeras veces.

Me planteé hace unos días salir un poco de esta vida rutinaria y al menos una vez por semana, hacer algo especial. Algo insólito en estos tiempos. 

Y por insólito, hoy por hoy, se pueden entender mil cosas que hasta primeros de marzo de tan comunes pasaban desapercibidas. 

Esta semana ha habido cuatro primeras veces.

El lunes fui en moto. Algo que sucedía no a diario, pero casi, antes de marzo. Me encantó dar un paseo por Madrid, caída la tarde. 

El martes fui en bici. Me costó llegar hasta la Avenida de Asturias, pero llegué. Tuve que parar a respirar y beber un poco de agua, a la altura de Cuzco, pero llegué. Desde que el bicho pasó por mi cuerpo, hay momentos en los que tengo cierta insuficiencia respiratoria. 

Lo mejor de volver a pedalear fue la vuelta. Bajé rauda y veloz, ya tarde, la Castellana estaba prácticamente vacía y notar el aire fresco en las manos y en la cara fue muy especial. Eso pasa ahora, que montar en bici y sentir el aire, es especial.

¿Y por qué fui en bici?

Porque también era la primera vez que iba a mi supermercado. A La Osa, cuya apertura estamos ultimando y que es un proyecto colectivo que me fascina. Os animo a sumaros y tener vuestro propio supermercado en el que la voz de cada miembro cuenta. 

El miércoles fui al teatro. Algo que me gustaba hacer hasta antes de marzo. Además de retomar la afición, fue la primera vez que visitaba el Teatro de la Abadía. 

Fue seguro, fue conmovedor. 

La obra Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero me hizo sentir una emoción profunda durante 75 minutos. Me gustó tanto, me hizo llorar tanto, me movió el ánimo tanto... que tengo entradas para volver a verla el martes. E iré con libreta y lápiz porque quiero anotar varias frases. 

Me encantó una:

'Somos anecdóticos'.

Ahí lo dejo... id al teatro y descubrid todo su significado. 

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