Impulso


Diciembre. Ya era hora.

Alguien, ya en septiembre, me anunció que sería un otoño muy duro, convulso y realmente agitado, casi sin tregua para las emociones. Ella me pronosticó que octubre y noviembre con toda seguridad resultarían difíciles. Vaya si lo han sido. Así que quiero confiar en diciembre. Llamadme ilusa. Absurda. O algo similar. No os paséis tampoco. 

Los últimos días de noviembre, que siempre me ha gustado y que no se lo tendré en cuenta, están siendo grises, tirando a muy oscuros o prácticamente negros. Y para colmo pensaba que hoy era jueves. Ilusa. Aquí ya no admito lo de absurda. 

Y con esta oscuridad anímica, he hecho lavadora en torno a tonterías como el hecho de haberme apuntado a dos carreras, una en enero y otra en abril. 

"Que vaya idea, que no voy a poder entrenar, que mejor me lo quito de la cabeza... blablabla". Y de repente, he recordado que las monjas de la residencia en la que viví dos años, en Zaragoza, le dijeron a mi madre en una ocasión algo así como: "Su hija es puro impulso, solo se guía por impulsos". A ver, que tenía 17 años...

Tal cual, pero muchos años después, he pensado demostrarme que sigo siéndolo para lo bueno y con frecuencia todavía para lo malo. Me he puesto la ropa de correr, he cogido el chubasquero por si llovía y al poner el pie en la calle: ¡Vaya sí llovía!.

El impulso me ha llevado sin parar al Viso, a bajar Velázquez y a meterme en el Retiro. De noche, lloviendo casi a mares y sin apenas gente. Entonces, he pensado, "Vale que seas impulsiva una vez más, pero ojito con la seguridad". Y claro, he corrido más si cabe. 

Ahora, después de una ducha caliente, me siento cansada, así que dormiré mejor, espero. Y pienso en que guiarse por los impulsos no siempre es negativo.

Ahí lo dejo.  


Comentarios

Entradas populares