Amanecer en la Gran Vía

Otras ciudades tienen una Gran Vía.

Pero solo Madrid tiene LA GRAN VÍA: bonita, auténtica, bulliciosa, vibrante.

Me gusta caminarla a cualquier hora y correrla cuando se enciende el alma de los comercios y se apaga la de las farolas. Mi espíritu runner hace que me eche al mundo temprano y es entonces cuando la Gran Vía se despereza.

Sí, también he amanecido junto a ella cualquier noche larga, después de algunas copas.

Adoro que nunca descansa. Un poquito, sí. Pero nunca para.

Y sueño, desde hace mucho tiempo, posiblemente desde que llegué a esta ciudad, con dormir una noche en la Gran Vía. Lo hice en una ocasión, en el número 69, pero realmente, está en una pequeña callecita. No es la Gran Vía. Tampoco tenía vistas a ella.

Me encantaría pasar una noche en el Hostal Josefina, ése que se anuncia, altivo, ante Callao.

Pero creo que reservaré en el número 47 de la calle Montera. Y pediré que mi habitación en el Hotel Praktik Metropol (www.hotelpraktikmetropol.com) tenga vistas a mi elogiada arteria urbana. A ella y a ninguna otra.



Me gusta su buen diseño obra de Lázaro Rosa-Violán. Me entusiasman sus precios (desde 59 y hasta 119 €).

Intuyo que el servicio es cercano, amable. No sé, pero lo intuyo.




Dicen que el escritor Ernest Hemingway fue uno de los muchos personajes históricos que admiraron  la fachada color crema cargada de balcones y ventanales del edificio; lo veía desde su trabajo como periodista extranjero en el edificio Telefónica, situado justo enfrente. Y que para mí, insisto, es la imagen más poética de esta ciudad.



Me quedaré en una de sus 71 habitaciones. Sé que la experiencia me encantará y quizá pase dos días. Saldé a la calle con alma de recién llegada. Subiré a la azotea.


(© Fotos Hotel Praktilk Metropol)

Tomaré el sol y seguiré amando la Gran Vía. La más bonita, auténtica, bulliciosa y vibrante de todas. 


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