El Párkinson en su vida. En nuestras vidas.

Posiblemente éste sea el texto más crudo que haya escrito y escriba nunca. En este espacio, aunque sé que lo visitan con frecuencia conocidos, me he abierto en canal en más de una ocasión. Hoy, vuelvo hacerlo.

Lo hago tras haberle pedido permiso a Nacho. Porque él es quien tiene, padece, sufre y vive con el párkinson.

Ésa es la razón por la que yo he vuelto este año a Check In Rioja. Le aconsejé no iniciar la temporada, pero estar enfermo y ser autónomo complica todo. Palabras como incapacidad, jubilación y pensión son las que últimamente más nos quitan el sueño.

No había otra opción que abrir. Y yo me sumé durante algunos fines de semana -Lo cierto es que me chifla pasar la fregona-. El 8 de junio sucedió lo esperable: Agotamiento extremo por su parte y echamos el cierre.

Habéis esperado tres meses. Y nos sentimos profundamente agradecidos. Lo estamos porque durante estos 90 días hemos recibido muchísimas solicitudes de reserva y habéis comprendido los motivos. Hoy, volvemos. Hoy, 1 de septiembre (mi mes favorito), hemos llenado. Seis personas ya habían estado y tres habían reservado tras haber recibido el consejo de peregrinos que ya nos conocieron. Y han llegado más peregrinos.

Check in Rioja es ese lugar en el mundo en el que yo soy feliz. Dicen que cuando estoy aquí me cambia la cara. Se nota la buena energía. Mientras escribo, Nacho está compartiendo con un señor que va en bici los tramos en los que puede ir por el camino y aquellos en los que debe ir por carretera. Qué tío, conoce el Camino Francés como la palma de su mano!

Y decía que éste posiblemente fuera el texto más crudo porque hoy estamos de cara al público pero quizá mañana, cuando yo vuelva a Madrid, Nacho no pueda ni tenerse en pie.

Quiero hablar de su enfermedad porque, además, el pasado jueves conocí a Ángel, responsable de voluntariado en la Asociación de Párkinson de Madrid. Él, como buen psicólogo, apenas habló, pero me escuchó.

Hablamos de la necesidad de visibilizar la enfermedad y de sensibilizar a la sociedad. La sociedad también son quienes nos rodean, los más cercanos.

En esta fase, la enfermedad ya es muy visible, ya no se puede ocultar. Nacho pierde el equilibrio, arrastra una pierna... No, no va bebido ni consumió drogas. Nacho tiene Párkinson.

Como él lo tienen más jóvenes (incluidos veinteañeros) que sufren miradas injustas. Esas miradas son fruto de la falta de información y sensibilización. Por eso, Ángel y yo hemos acordado colaborar como voluntaria en el centro de día y también contándole a quien me quiera escuchar que ésta no es una enfermedad solo de viejos que tiemblan.

Es una enfermedad de jóvenes que no pueden continuar con sus carreras profesionales. Nacho dejó de ser arquitecto. Que no pueden hablar bien ni escribir whatsapps, ni mucho menos a mano. La caligrafía de Nacho era preciosas. Era.

Es una enfermedad de jóvenes que se aíslan porque prefieren no dar explicaciones. Jóvenes que se caen, que sudan sin control. Que sufren adicciones al juego, a las compras, al sexo...

A los que sus padres y hermanos tampoco les comprenden. Si ellos no lo hacen, imaginad los vecinos... Por eso yo quiero que Ángel y la asociación me ayuden. Sé que ayudándome a mi yo podré ayudarle a él.

Me voy a convertir en altavoz de esta enfermedad. Con lo que yo hablo...

Keep walking

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