50 años


Mi madre dice que no es tan complicado cumplir 50 años junto a una persona. 

Mi padre, sin embargo, señala que sí, que sí es complicado.

Y lo divertido de esto es que la guerrera siempre ha sido mi madre, la indómita y la inconformista. Mi padre casi nunca se cabrea. Yo en los últimos tiempos lo he visto dos veces: dejó de hablarnos, a ella y a mí. Y nosotras no podíamos dejar de reírnos. En eso cada día me parezco más a ella. Yo, cuando me pongo nerviosa, me río sin sentido. Lo cual... si es delante de alguien, aún cabrea más.

Bueno que me desvío.  

Mi padre y mi madre mañana deberían volver a Soria, a San Saturio. Mañana o el sábado, que lo mismo es. Deberíamos acompañarles quienes formamos nuestra pequeña familia y comer rico en un buen restaurante. Somos de pueblo y nos gustan solo los buenos restaurantes. Además, como dice mi madre, ella hace mucho que no va a uno. 

Bien, comerán la tarta de limón y coco que ahora mismo prepara mi madre. Porque, como me ha dicho: 'O me la preparo yo o no tengo tarta'. Se queja, pero una de las formas en las que nos demuestra su amor siempre ha sido a través de la cocina. Yo lo he aprendido así: alimentar y cocinar para los tuyos es un acto de amor. 

Cancelado el plan soriano, perpetramos otro. Pero tampoco lo celebraremos con una gran mariscada, en la terraza, separados y al aire libre. No, porque la situación es la que es y cada uno estamos en un lugar diferente.

Mañana hace 50 años que mi madre y mi padre se juraron fidelidad, amor, cariño y otras cosas. Mi madre llevaba un ramo de dalias amarillas. A mi madre le gustan los símbolos aunque no lo diga. O ni siquiera sea consciente de ello. 

Y yo cada vez me parezco más a ella. Tanto que sin pretenderlo elegí para mi boda un vestido del mismo color, o casi, que el suyo. Yo, más indómita si cabe, no llevé dalias. Ni dalias ni nada. No entendía eso de llevar unas flores en la mano. ¿Para qué? 

Ayer, mi padre se puso malo. Y esta mañana me ha contado que mi madre lloraba, le acariciaba la cara y le decía que sentía si a veces le trataba mal. Se lo acabo de decir a ella y, como siempre, lo ha negado. 

'¿Yo... asustarme? ¡Para nada! '

Os digo yo que sí se asustó. Aunque lo niegue. 

También me ha dicho que no se me ocurra escribir nada en internet sobre ella, que tiene mal el corazón y se emociona demasiado.

Mamá, me gusta que te emocione leerme. 

Por si no te lo he dicho suficiente: te quiero.

Y al papá, también. Aunque tu digas que da mucho mal... 

Feliz aniversario.




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