Sarna con gusto


No pica. Estoy agotada. Y lo estoy de hacer conserva. Anoche estaba tan cansada que tuve que darme una ducha caliente y tomar un paracetamol. 

Desde hace años, aguardo a finales de agosto y principios de septiembre para venir al pueblito bueno, Arándiga, y preparar conserva para otro confinamiento.

Esta vez, no lo decidí hasta el último momento porque me ando con cautela a la hora de visitar a mis padres. Yo sigo bastante asustada con el covid. Pero finalmente vine. Y ha sido un regalo. 

Ayer madrugué y durante tres horas busqué moras. Me acompañó Frida. Lala estaba con Josemi, ella no está para muchos trotes... Buscamos moras, disfrutamos del olor a hinojo y a higuera. Del canto de los pájaros, del rumor de las acequias. Fue maravilloso porque coger moras tiene algo de meditación. Primero te pones nerviosa ante tantas moras, pero al tiempo, te calmas y coges con tranquilidad. Me gusta coger moras. 

Al ir a por ellas, muy temprano, me encontré con la madre de una amiga y me dijo lo que me dice cada año: Ay, la tía de las moras!! Me gustó esa exclamación porque hemos perdido la cuenta de los finales de verano que me ha visto cumplir con el ritual.

Recogidas, lavadas y puestas con azúcar. Mientras tanto, hice tomate frito y mermelada de higos. 

Me gusta esta tradición. La entiendo como una introducción al otoño y al invierno. Preparar alimentos para los meses fríos. 

Lo mejor del finde ha sido compartir las horas en la cocina, separados, con mascarilla y con la ventana y puerta abiertas, con mis padres. Nos hemos ayudado en el trasiego de botes, darle a la manivela de la máquina llamada 'tomatina', llenar botes, ponerlos al baño maría... 

Entre tarea y tarea, hemos charlado de cuestiones muy importantes. En mi familia hablamos de lo importante como si nada... Hablamos de enfermedad, de finales, de principios... 

Gracias, vida, por tanto y tan bueno. También por los paseos por el río con Lala y Frida, que poco a poco se van conociendo. 


Comentarios

Entradas populares