Recargarse


Leire me acompaña desde que murió Miguel. La muerte de mi suegro despertó en mí miedos y la encontré a ella. Y como me pasó con Josetxo, mi psicólogo de Pamplona, pronto me di cuenta de que esos miedos se sumaban a otros y que había material suficiente para afianzar la relación entre Leire y yo.

El lunes pasado, tras las vacaciones de Navidad, me sugirió buscar algún momento para mí, para cargarme de energía. Estaba vacía de ella. Y yo casi siempre tengo las baterías a tope. Pero ya sé que es algo cíclico, que también atiende a la naturaleza, y que está muy bien detectarlo, pero también comprenderlo. 

Me habló de cuidar las plantas y de la aromaterapia, dos aficiones que practico. Tras la nevada, me entristeció ver que mis macetas iban a morir; reaccioné y las metí todas en casa. Parece que siguen, bueno, menos la alegría. Ay, espero no perder la alegría... ;-)

Pensando en qué podía hacer, le hablé de recuperar las clases de inglés con Tom y me dijo que no se refería a nada que implicara el intelecto. Ella me invitaba a encontrar algo que me apeteciera hacer sin esfuerzo mental. Dijo: 'Tómate un baño de manera consciente'.

Acabo de hacerlo. Y sí, el contacto de la crema exfoliante con mi cuerpo, hidratarme después, ponerme mascarilla en el rostro y el producto que tanto me gusta para el pelo, con ese aroma... He de decir que este ritual ha tenido el efecto buscado. Me siento muy bien.

Hoy he decidido recuperar otros momentos conmigo misma. Puede parecer un atracón, pero no, los voy a dosificar. 

He ido a zumba. Me siento un cero a la izquierda entre aquellos que bailan tan tan bien. He hecho una promesa conmigo misma: no voy a cejar en el empeño, cuando acabe 2021, habré ido semana tras semana, o casi, y estoy segura de que habré avanzado. ¡Es mi propósito!

Precisamente, he visto un programa de Mercedes Milá sobre los beneficios del baile, y no solo físicamente. 

Ya veis, bailar, un baño, hidratarse... y me siento mejor. 

Si bien, añado que hay que ir poco a poco. Escuchar al cuerpo, comprender sus tiempos, pero cuando éste se ponga demasiado perezoso, sí es importante hacer un extra y decirle: '¡Vamos, venga!'.

Ahora, además, es invierno y sigo en casa, día tras día. Y esto no ayuda.

Hoy comentaba con una amiga cómo los días son iguales, uno tras otro. No éramos conscientes de lo libres que éramos, y cómo un simple viaje de fin de semana, suponía romper con la monotonía. Me sorprende que, a pesar de que los días son iguales, estos pasan volando. Las semanas son mínimas, al menos mentalmente. Y esto, por momentos, me provoca cierto vértigo. La vida se esfuma volando.

Bueno, pues como los viajes siguen en la imaginación y parece que será para largo, me voy a poner más mimo. Porque os cuento que tengo muchas ideas y requieren energía. 

Keep walking, 

Comentarios

Entradas populares