El acento es tu tesoro

Me gusta mucho el anuncio de Cruzcampo en el que Lola Flores, tan bella como era, reivindica el acento.

"El acento es tu tesoro. No lo pierdas nunca. Manosea tus raíces, que de ahí siempre salen cosas buenas. ¿Sabes por qué a mí se me entendió en todo el mundo? Por el acento". 

Os prometo que se me eriza el vello. ¡Qué mensaje!

Sobre este anuncio charlaba ayer con las dos Anas y María mientras le hincábamos el diente a unos boquerones y unas Ambar. Les dije lo mucho que me gusta el anuncio y lo que me fascina escucharles hablar. 

Porque hubo un tiempo en el que a mí cada dos por tres, al decir que era de Zaragoza, me hacían el chistecito de la única palabra que se acentúa dos veces. Y yo, como buena escorpiona, me pillaba unos globos tremendos. La broma no me hacía ni pizca de gracia. ¿Quizá porque entonces me daba vergüenza? Volver a las raíces a veces requiere aproximarse de manera gradual. 

Quiero creer que a mí siempre me ha gustado mi acento aragonés y siento de veras haberlo perdido en gran medida. Por eso, cuando alguien me dice: "Uy, qué acento te ha salido". Me chifla. Y si lo mezclo con algo de riojano y otro poco de soriano, me requetechifla.

Ojalá que de estos días en el pueblito bueno me lleve de nuevo esa musiquita en las sílabas. También esas palabras que decimos aquí y que en otros lugares no se entienden. 

Ayer disfruté muchísimo charrando toda la tarde con estas mujeres. Primero con Ana, mientras hacíamos mermelada de moras. Ella no sabe que analizo cada una de sus palabras porque me encanta cómo habla. 

Cuando me lea, dirá: "Vaya tontada escucharme". Y ese 'tontada' que no 'tontería' me gusta. Porque aquí, en el pueblito bueno, en Arándiga, somos más de tontadas que de tonterías.

El colmo del gusto para mis oídos es escuchar a la otra Ana. Ella, desciende del pueblo, pero vivió en Algeciras y se estableció aquí hace algunos unos años. Su mezcla es extraordinaria. 

En un rato subiré a por el pan, diré "¿Quién es el último o la última?" y, ellos y ellas no sabrán que observaré las palabras, el tono y el acento con el que se comunican. Subir a por el pan es una maravilla. Hay veces que me dan ganas de grabarles. ¡Y cómo me dan ganas de hacerles fotos!

De hecho, en el otro pueblito bueno, Monteagudo de las Vicarías, hace unas semanas, les pedí a varios vecinos si podía hacerles unas fotos. Tengo pendiente imprimirlas y regalárselas. 

Pero volviendo a los acentos. Recuerdo en las clases de Variedades del aragonés, en la Universidad, que nos ponían grabaciones de dialectos e incluso idiolectos de diversos valles del Pirineo. A mí, escuchar a esos ancianos y ancianas me maravillaba. Y emocionaba. 

Me encantaría grabar y fotografiar a los diversos corrillos que se forman a media tarde, cuando el calor da una tregua, y por la noche. Cuando la gente se reúne a la fresca, la de toda la vida. 

Esta mañana, mientras paseaba temprano a Lala, tomé estas fotografías. Aquí se reúnen cada día.

 



Bueno, que me invade la nostalgia o la melancolía, que todavía no sé cuál es la diferencia entre ambas. 

Por cierto, ayer fue tarde de moras y de recordar lo bueno que está el pan del pueblito bueno y la pena que nos da que a final de año, el panadero eche el cierre. Menos mal que un día le pedí permiso para hacer unas fotos y las guardo. 




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