Naranjas -y alcohol-

Mi madre solía hacer experimentos.

Por ejemplo, cocinar 'seín' -también llamado 'patatas hippies'-. La palabra y la receta probablemente no existen en otro lugar que no sea mi pueblo.

Deseosas de introducirse en la gastronomía autóctona, Ella y Aurora -la ATS- cocinaron patatas, tocino rancio, pimientos y... flores de calabacín. Pero algo sucedió y: "Esta flor sí y ésta también, que mira qué bonita es".  Casi morimos envenenados, sobre todo Pablo (por tragón!).

Otro de los experimentos de ella fue el 'Licor de naranja'; para mí siempre será 'Licor de cabra'. Atención a la receta: leche de cabra sin hervir, piel de naranja, nuez moscada, alcohol... y varias noches bajo la luz de la luna. El resultado era un licor sutil, aromático y adictivo con el que yo viví una de mis primeras borracheras en una escapada con el instituto a Mérida.

Lo recuerdo ahora que acabo de conocer a Federica (www.arancellofederica.com). No es aquella italiana con la que pasé un verano en Inglaterra, no. Ni tampoco la amada de Lorenzo en El tiempo que querría. Es una nueva bebida con notas a verano, Mediterráneo, a tardes en calma y que yo ya puse a enfriar.



(© Foto Arancello Federica)

Mi madre también solía sorprendernos con manzanas de feria que, como por arte de magia, elaboraba con colorante de la farmacia. Y éstas no eran un experimento... y sí uno de los recuerdos más dulces de mi infancia.

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