Domingo de brunch

Adoro los huevos benedictine.

Me encanta la salsa holandesa desde que mi madre la cocinó por vez primera. Fue en Navidad y acompañaba a salmón.

Dicha salsa sobre huevos, bacon y muffin inglés, no cualquier pan. Pero no huevos sin más, no, siguiendo la receta que implica poner en una olla, grande y baja, agua a calentar -no mucha-, añadir vinagre y los huevos (muy frescos) con sumo cuidado para no romper la yema. No, no son propiamente escalfados.

Son una delicia, mucho más si los cocinan chefs como Rafa Cordón y Benjamín Bensoussan, de Le Cabrera (www.lecabrera.com).


(© Foto CyC)

Se trata de una de las especialidades de su brunch. Que se toma en torno a la barra de arriba, notando el aroma de la crema del día, de las tortitas con sirope de arce, chocolate y mucho más... Codo con codo con otros clientes hambrientos. Todos.

Lástima que solo se sirva el séptimo día porque es el plan perfecto para una mañana perezosa. Claro que éstas no se dan (porque no puede ser) con tanta frecuencia.

Adoro los huevos benedictine desde que los probé en el Hotel Urban. Fue en su brunch, uno de los mejores de la capital. Sí, hay muchos, pero pocos realmente exquisitos.

Y caeré, de nuevo, en la tentación cuando visite Le Pain Quotidien, que recientemente estrenaba sucursal en Capitán Haya, 26. Ahora, más cerca de casa.



La receta de esta casa belga se compone de dos rebanadas de pan de trigo, espinacas frescas, dos huevos y la célebre salsa holandesa. Se pueden acompañar de jamón york o de salmón ahumado.




Yo me quedo con el primero. Y un gran café. Sí, también cruasanes y mantequilla. 



(© Fotos Le Pain Quotidien)

Mi otra debilidad. 

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