Me cuesta tanto

Lo cierto es que me cuesta mucho. Mucho, mucho. 

Sí, me refiero a marcharme del pueblito bueno, de Arándiga. Pero precisamente mi anterior entrada hablaba del exceso de nostalgia y de esas cosas. De modo que me la sacudo ahora mismo. Voy a pensar en lo cansada que estoy.

Habrá quien este fin de semana haya descansado al máximo. Yo, sin embargo, no he parado ni un minuto. Ni tan siquiera me he echado una siesta... He preferido, ya que no hacía mucho calor, pasear con mi Fridi del alma y recorrer esos lugares que procuro recorrer sobre todo con mi memoria. 

Hemos bajado al lavadero. Un lugar que todavía me huele a Gior, aunque ya no laven la ropa tantas mujeres allí. Ahora está más bonito que nunca porque las columnas están envueltas en el ganchillo que, con arte y paciencia, cosen algunas mujeres del pueblo. 





Hemos pasado por ese reguerito de agua que a mí, cuando bajaba hasta el puente con el abuelo Juan, me parecía magia. No, el color azul del agua precisamente tenía su origen en el lavadero y nada que ver con encantos o pócimas.

Frida se ha bañado en el mismo lugar en el que yo una vez estuve a punto de ahogarme. Me salvó mi hermano mayor, Nacho. El mediano, Pablo, en otra ocasión también me rescató en ese mismo río.





Nuestro paseo siempre tiene una parada. En la acequia que posiblemente sea mi lugar favorito de Arándiga, y del mundo. Bueno, el pantano de mi otro pueblito bueno, Monteagudo de las Vicarías, también me gusta mucho.

Decía que no he parado, pero regreso a Madrid -todavía ahora en camino. Él conduce- con el corazón a punto de explotar de alegría, de amor por mi familia y gratitud hacia mis amigas y también hacia todas las mujeres y hombres que me paran por la calle y me dicen lo guapa que estoy. Exageran pero a mí me encanta... como me chifla que me recuerden palabras que ya no uso porque nadie las entendería: vajillo, estrapalucio, esmorrarse y sulfatear...

Me ha emocionado especialmente el comentario de una de ellas. Me ha dicho que otro señor del pueblo, Luis, hubiese estado muy orgullo de mí al saber que soy periodista. Ese señor no perteneció a mi familia, pero recuerdo que me caía muy bien. 

(La nostalgia)

No he parado. Porque ayer me hice la pedicura. Sí, en el pueblo ahora hay salón de belleza gracias a Ana, que se ha establecido junto a su familia. Y eso es un lujo. Como hay clases de música para niños y adultos. Voy a convencer a mi padre para que asista.

Luego, presenté mi libro en la biblioteca de Morata de Jalón. Y la sorpresa fue enorme porque faltaron sillas... Gracias, Dani (esta vez no escribí Santi...) por haber insistido y por realizar una tarea tan bonita en el medio rural y a favor de la lectura. 





Al terminar supe que hoy, domingo, había una carrera de 10 km, también en Morata. Y yo que siempre creí no ser competitiva, pero que sí lo soy, me apunté y allí que me he plantado esta mañana. ¡Ay, qué cuestas! ¡Ay!

Pues resulta que he merecido un premio en la categoría de 'veteranas'. Sí, porque llevo converse pero tengo 42 años. El podio quedo vacío en la tercer posición pero luego supe que me lo llevarán a la farmacia de mi hermano.

Y es que yo he tenido que salir pitando para no faltar a la segunda sesión de nuestro club de lectura: 'La charradica'. Me ha emocionado comprobar que mi madre tiene mejor memoria que yo. ¡Recordaba cada personaje y la trama de principio a fin! Por supuesto, hemos tenido aperitivo: mejillones, aceitunas y vermut Turmeon.

Dado que nuestra biblioteca es un poco limitada (pero tenemos mil planes para cambiarla), he tomado la decisión de iniciar el préstamo de mis propios libros. Aprovecharemos los meses de verano para que circulen cuatro títulos y así, en el otoño, podremos celebrar varias sesiones consecutivas. 




Hace algún tiempo, justo en la mudanza 11 decidí que ya no quería acumular volúmenes. De hecho, en nuestra casa de Madrid solo conservo los pendientes. Así que darles esta nueva vida me gusta mucho.

Porque la vida va de soltar - y no sólo objetos- y también de modular la nostalgia.

Y ahora, apago el ordenador porque me mareo y porque necesito una cabezadita.

Gracias, vida.

Comentarios

  1. Hemos pasado un fin de semana, maravilloso y con mucha actividad de la buena.
    Con ganas ya de volver a juntarnos.
    Un abrazo Ana.

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