Somos anecdóticos




La semana pasada fui al teatro después de muchos meses. Elegí, para tamaño reestreno vital, el Teatro de La Abadía, al que acudía por primera vez y que es cómodo, seguro y cuya entrada parece la plaza mayor de un pueblo en verbena. Como avancé en el anterior texto, quise volver justo al secarme las últimas lágrimas de emoción. 

Ayer no lloré. Ayer escuché y retuve con calma cada palabra de este diálogo, a modo de constelación familiar, entre padre e hija. Muchas de ellas todavía resuenan en mi cabeza. Pero además, tengo 'chuleta'... 

Esta vez fui con el boli y la libreta. Elegí la de mensajes que dejan poso. La amarilla, en la que anoto las reflexiones al hilo de las sesiones con Leire, la psicóloga que ahora me acompaña. 

Me refiero a la obra Un país sin descubrir de cuyos confines no regresa ningún viajero dirigida por Álex Rigola. A mí, personalmente, el título me parece bonito y muy enigmático. Cobra un amplio significado a lo largo de los 75' que dura la representación. 

Antes de volver a sentarme en una butaca, tan solo recordaba una frase: 'Somos anecdóticos'. Ahora añado algunas que deseo compartir. Ojalá también resuenen en vuestro interior aunque si queréis verdaderamente entenderlas, entonces, deberéis ir al teatro. ;-)


El problema de la sociedad actual es el individualismo, la entronización del yo. 

Los seres humanos tenemos la capacidad de preguntarnos sobre lo abstracto. 

Deberíamos recuperar comportamientos colectivos que vayan en contra del sistema.

En el amor, busquemos a alguien con quien sea fácil reír. 

En la amistad, hay que ser claro, evitar traicionar y no hundirnos cuando la relación pase algún bache. 

Trabajar en lo que nos gusta. (Esta es buena, pura fantasía...)

O vives de verdad o mueres en vida.

Si caes, levántate. Porque a quien no se levanta, alguien lo entierra. 

Tener amigos, tener una tribu es importante. 

Aceptar con naturalidad que dependes de los demás. 

La vida no es un hecho meramente personal. La vida es colectiva. 

Tener los pies en el suelo. Estar preparado para la vida. 

Como dijo Gil de Biedma, que la vida iba en serio, uno lo descubre más tarde... 

Hay que preparar las maletas para la muerte, un viaje que todos vamos a emprender.

Casi nunca podemos elegir lo que nos ocurre, pero sí la actitud de cómo afrontar lo que nos ocurre. 

Ante la muerte, si te entregas, aceptas y te dejas llevar, existe menos sufrimiento. Y los que quedan, se quedan mejor. 

No luchar, no resistirse. 

Soltar, aflojar, permitir, dejar de controlar y confiar en cómo está organizado el mundo. 

Debemos tener armonía en nuestras relaciones significativas. 

No tengamos a nadie castigado en nuestro corazón. 

Miremos con benevolencia nuestra propia historia. 

Soltar desde la gratitud. 

La vida a menudo está en manos de los demás, pero la muerte está en nuestras manos.

La maldad existe. Hay gente mala. (Esto llevo yo años diciéndolo...)


Lo dicho: somos anecdóticos. Y yo que parezco un diccionario andante gracias a más de uno y de dos tatuajes, tengo ahora el deseo de marcarme en tinta varias de estas frases. 

Por cierto, la mujer de la imagen es Pina Bausch, si veis la obra, entenderéis qué hace aquí. Me recordó a Pitxu, a ella también le gusta mucho. 

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