El amigo



Hace tiempo que Amaya Ascunce recomendó El amigo en el club de lectura de Elle, y yo me quedé con la copla. Luego, en alguna conversación privada y dado que conoce mi gusto por los libros sobre duelo, me lo recordó. Por fin lo he leído. 

Editado por Anagrama, su autora es Sigrid Nunez. Apenas son 200 páginas que a mí me parece la medida perfecta, pero reconozco que algunos párrafos en los que divaga sobre literatura y cómo escribir y hace uso de referencias de autores, títulos, etc, se me hicieron bola. No me conmovió tanto como imaginaba, pero vaya por dónde, llevo todo el día acordándome de partes del libro. Y preguntándole a Lala si está bien y si ella está deprimida. 

Así que ahora que he asentado la lectura, puedo decir que sí, que es un libro pequeñito, pero grande, grande. 

Aborda temas complicados como el suicidio, el duelo patológico, lo que cuesta recuperarse porque la normalidad ya no es lo que era y también trata la función de algunos animales, como los perros, que son mucho más que simples mascotas. 

Yo a Lala nunca la consideraría una mascota. En una parte del libro, la narradora menciona cómo a algunas personas les provoca un dilema cómo nombrarse: ¿son el dueño, el amo...? A mí también me sucede. Y a veces, digo que somos compañeras de piso y que nosotras dos compartimos la vida con un tercero, que es Josemi.

Lala nos cuida sin ser consciente de ello. Nos mira y nos da calorcito. Nos conmueve y también nos preocupa. 

El otro día, un amigo, Vicente, nos dijo que él no podría adoptar a un animal sabiendo que va a vivir poco. Es una cuestión natural, Lala tiene 11 años. Así que, efectivamente, no va a vivir demasiado. Nosotros le respondimos que el tiempo transcurrido desde que llegara a nuestra familia el pasado 1 de junio ya ha merecido la pena. 

Pero claro que nos preocupa que sufra y que tenga dolor. Porque como el gran y artrítico gran danés de la novelita, no sabe expresarse con un idioma que nosotros entendamos. Y claro que nosotros a veces vamos con el corazón en un puño, como la protagonista. Ayer mismo, cuando íbamos al Parque del Oeste, para disfrutar de un picnic, no parábamos de mirarla y preguntarle si estaba bien. Porque ayer fue unos de esos días en los que Lala caminaba lenta, muy lenta. Quizá demasiado, pero como una campeona, fue y volvió. 

A veces creo que ha llegado a nuestras vidas para bajarnos el ritmo. Y sostenernos, eso lo tengo clarísimo. 

Lo dicho, que este librito me ha removido. Y quería compartirlo.

Gracias, Amaya, una vez más. 

 

Comentarios

Entradas populares