Existen lugares



Existen lugares. Y lugares.

Últimamente pienso en dos. Uno cerca y el otro, lejos. 

Pienso y recuerdo: Check In Rioja y Escocia. 

El primero porque vuelvo al Camino este verano, espero, deseo. Caminaré desde Roncesvalles y hasta Logroño. La primera noche, antes de partir, y la última, dormiré en el hostel que mi hermano abrió en 2012, y donde yo trabajé durante la mejor (y más difícil) etapa laboral de mi vida. 

Cuando el confinamiento fue terriblemente duro, imaginé mi viaje soñado. Y claro, era el Camino. 

Hace unos meses, Claudia me dijo: 'Tía, ¿hacemos el Camino con Abril y su madre, Ara?'. 

Pensé que era una broma y le respondí: 'Sí, sí aunque falta mucho tiempo y vivimos una pandemia'.

Hace tan solo unas semanas, recibí la llamada de Ara. Y ya hemos planeado todo: fechas y etapas. 

A las dos nos emociona profundamente volver al Check In Rioja. Para mí naturalmente es un lugar que ocupa un espacio importante en mi corazón, pero para ella también. 

Va a ser muy emocionante. 

Y recuerdo Escocia. La recuerdo casi a diario, pese a habernos ido de allí en agosto de 2017 tras un año viviendo en Dumfries, en el sur frontera con Inglaterra.

Sueño con volver, incluso con vivir allí de nuevo, aunque sé que es complicado. En cualquier caso, yo le mando mensajitos claros al universo...

Pienso en Escocia porque estoy disfrutando mucho con la serie Men in kilts. 




Veo las imágenes y sé que por muchas de esas carreteras, montañas o quizá munros, lagos y ríos, seguramente transité. Y me emociono, claro. 

Check In Rioja y Escocia no son solo dos lugares, o el primero un espacio y el segundo un lugar. Son más. 

Cambiaron mi vida. Me hicieron feliz, tremendamente feliz. Aunque en el primero sufrí cansancio físico y algo de desesperación, pero también gracias a ese lugar hoy son parte de mi vida personas importantes. 

Pienso en cómo los lugares conectan con una parte esencial de nuestras emociones. Quizá, cuando ya no estamos en ellos, lo compensamos con mucha nostalgia. Entonces, se recuerda con más intensidad lo bueno. 

Recuerdo la luz de Escocia, que tanto me extrañaba y desconcertaba. Las flores y las frambuesas y arándanos que crecían en primavera. También las fresas que crecieron en nuestro pequeño jardín. 

Recuerdo la impresión que causó casi cada metro que caminé sola del West Highland Way. Hubo momentos tan especiales que se me saltaron las lágrimas. Recuerdo, por ejemplo, al terminar de recorrer Loch Lomond, subí una cuesta y me vi dentro de un bosque de helechos que me llegaban a los hombros. Había una cabaña derruida y pese a estar sola, sentí un cobijo enorme. 

Fue un camino en el que no sentí miedo ni un solo instante. Quizá porque me sentía protegida por la naturaleza. 

Quiero seguir recordando aunque sienta nostalgia. Aunque a veces ésta sea tan intensa que se convierte en cierta tristeza. Sí, por todo lo vivido que ya nunca volverá. 


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