Charlar sobre libros



Hablar sobre libros es una de mis mayores aficiones. Leerlos y comentarlos. Hasta la fecha solía hacerlo con mi madre y, claro, con los profesionales del gremio, es decir, con los libreros que he convertido en amigos. 

Mi madre vive en el pueblo en el que crecí, Arándiga. No hay librerías y mi madre, lista, tiene móvil, desde hace apenas unos meses y siempre lo tiene sin batería. Vamos, que para ella internet no importa ni tampoco los dispositivos electrónicos. De hecho, tomó conciencia de que debía contratar a alguien en la farmacia, el día que la introducción del ordenador fue clave.

Digo esto porque mi madre, que es la persona que conozco que más lee y más disfruta con la lectura, no compra libros por internet. Algo que hoy en día sería la solución, porque estos llegarían puntualmente a su dirección. Pero no. Ella ni se lo plantea.

Posiblemente resulte sorprendente, pero ella tampoco tiene el hábito de visitar librerías cuando se encuentra en una ciudad. Ella sabe que yo soy la proveedora oficial de lecturas. Ella y mi hermano Pablo lo saben. Y cada vez que visito la casa familiar, esperan que llegue con un par de títulos nuevos. 

Aquí confieso que me gusta tener este papel en sus vidas. 

Cuando los tres hemos leído los libros, los comentamos, compartimos qué nos pareció la trama, si los personajes eran creíbles, si nos emocionaron…

Ahora, afortunada yo, esta pasión la comparto con más personas. Desde el verano, participo en el Club de Lectura de Elle.es Prácticamente abandoné Facebook, pero lo uso precisamente para saber qué libros propone Amaya Ascuence y dejar allí escritas mis impresiones sobre ellos. 

Reconozco que ella sabe de lo que habla y sus gustos literarios casan bastante con los míos. Ahora, me encuentro completamente atrapada por Apegos feroces, que reconozco ya había comprado pero que al ver que ella lo recomendaba, corrí rauda a leer. #maravillamaravillosa

Como digo, esta afición la comparto en el plano virtual con personas que no conozco y, desde hace unas semanas, con personas a las que veo y huelo (¡Qué buen perfume llevaba aquella tarde Anabel!). Son 5 mujeres con las he creado Tinta Fina. 

Ése es el nombre de un club de lectura que me inspiró Catriona, ella que tiene uno en Glasgow en el que leen y comen sopa. Nosotras hemos decidido comer sopa (para la próxima sesión les he prometido sopa finlandesa…), tortilla, jamón y beber vino. Queremos leer pero también mostrarnos las unas a las otras vinos que nos gusten, que nos apetezcan…

Porque no se me ocurre mejor mezcla que la del vino, la sopa, las letras y este grupo de mujeres tan maravillosas. Con ellas tengo múltiples puntos en común, entre ellos, saber que los libros nos salvan, nos resultan un bálsamo en determinados momentos, nos sitúan ante el mundo (y en el mundo) y, por supuesto, nos definen y nos deleitan. ¡Casi nada!

Gracias universo, Tinta Fina es otro sueño cumplido.

Comentarios

Entradas populares