La dicha de leer III


 

Sí, leo bastante. Y necesito hacerlo cada día. Creo que lo he hecho desde que aprendí a unir las sílabas, luego las palabras y después las frases, y comprender su significado. Siempre he leído, siempre tengo libros cerca. No podría vivir sin leer. O eso creo. 

Elvira Lindo es una autora que me interesa casi siempre. Leí con suma atención y cierta inquietud En la boda del lobo. Me gustó mucho.

La librería en la colina, de Alba Donati, llegó a mis oídos a través de Patricia Osuna, amiga, compañera de podcast e impulsora junto a otra mujer que admiro enormemente, Isabel Vilches, de Greta libros con garbo. Echadle un ojo porque es un proyecto brillante. 

Me gustó muchísimo este libro y anoté prácticamente cada título que menciona. Resulta muy especial para quienes soñaron o sueñan con tener una librería (entre quienes me incluyo). 

Las voces de Adriana, Elvira Navarro. Aconsejable, pero no imprescindible.

Una lectora nada común, de Alan Benett, me gustó, pero no tanto como La dama de la furgoneta, por él también escrito y del que hay una película entrañable.

Fin de temporada, de Ignacio Martínez Pisón, es una novela fácil, agradable y que a quienes tenemos conexiones con Aragón y La Rioja les resulta familiar porque cita lugares conocidos. Es la historia de una madre y de un hijo, previsible y amena. 

El perfume de las flores de noche escrito por Leïla Slimani. Pequeño volumen que supuso mi primera aproximación a esta autora. Me gustó e interesó tanto que espero volver a ella. 

Le concedí una nueva oportunidad a Libertad, de Jonathan Franzen. Esta vez lo leí con el ebook dado que una de las razones por las que lo abandoné fue por su volumen y peso. No hubo forma. Superé las 250 páginas y chispún. No alcancé las 672 que lo componen. Me gustó lo que leí, y coincido en que Franzen escribe muy bien, pero el tema en sí, no me resultó lo suficientemente interesante. 

Si hay un libro que me ha gustado especialmente en este 2023 ha sido Hermosos y malditos, de Francis Scott Fitzgerald. Lo devoré en la maravillosa playa de Isla Cristina. Bien escrito, buena historia, ritmo... una delicia de principio a fin. Tengo pendiente continuar descubriendo a este gran autor. 

Bonito, triste, entrañable, duro. Así es La fórmula preferida del profesor, de Yoko Ogawa.

Triste, duro y nada bonito ni mucho menos entrañable es el libro que Annie Ernaux dedica a su madre. Su título es Una mujer. Que haya elegido dichos adjetivos para definirlo no le resta valor. A esta mujer, premio Nobel, siempre, siempre hay que leerla. 

Volví a Edurne Portela y me reí porque los gatos de la protagonista de Formas de estar lejos se llaman Vargas y Llosa, y Daniel Pinilla todavía no se cree que no haya leído nada firmado por este autor que, en mi opinión, es un señoro y al que no quiero dedicarle ni un gramo de mi tiempo y atención. 

Solo me reí con ese detalle, el libro es durísimo y retrata una situación de violencia lamentablemente muy habitual en este mundo en el que los hombres matan a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. 

Precisamente, La mujer de papel es uno de los volúmenes que anoté mientras disfrutaba de la lectura de La librería en la colina. Su autora es Rabih Alameddine quien me llevó a un lugar que desconozco: Beirut. La suya es una historia asimismo terrible que demuestra el poder de los libros ante las situaciones más espeluznantes. 

Cuando he seguido las flechas amarillas del Camino de Santiago nunca me he llevado libros por una cuestión obvia: el peso. Pero el ebook tiene esa ventaja y a mí, que no me echo la siesta, me salvó este verano. 

Devoré, con sensación de asco, a ratos, y de cabreo máximo, en otros, el libro firmado por Cristina Araújo Gámir: Mira a esa chica. 

La lectura de Señoras. Una guía integral de la salud en la menopausia significó un soplo de airecito fresco entre tanto sofoco. Está escrito por varias autoras -Elena del Estal, Alberta Mª Fabris, Adriana F. Caamaño y Tania R. Manglano-, profesionales de diferentes ámbitos y quienes comparten espacio, Zentro Empatía, en Madrid, y una forma feminista y crítica de abordar la salud femenina.  

En este proceso que vivo desde hace cinco años, llamado perimenopausia, unas etapas de mayor equilibrio dan paso a otras en las que vivo abrasada, desesperada y agotada por el insomnio. Me gustó este libro, lo subrayé y lo tengo en la mesilla. 

Y pedí cita con una ginecóloga del centro porque me niego a asumir la explicación que me dan un ginecólogo sí y otro también: "Hay que pasarlo. Nada lo alivia ni remedia".

Me gustan los libros sobre botánica, sobre la naturaleza. Daniel Pinilla me comentó que, por casualidad, había llegado a sus manos el librito escrito por Leticia Rodríguez de la Fuente: Tocar tierra. Y que a él, no habituado a este tipo de escritura, le había gustado. Que estaba seguro de que a mí me encantaría. Y sí, lo recomiendo porque disfruté mucho leyendo la historia de emprendimiento y reinvención de su autora. 

Cicatriz, de Sara Mesa. Lo he dicho mil veces, de modo que una más, no importará. Me atrae mucho la escritura de esta autora, los temas que se atreve a abordar y que suelen ser incómodos, pero me molestan los finales que otorga a historias que te han llevado con un ritmo tan atractivo. Supongo que mantener el nivel será complicado. 

No le quito mérito, pero sí lo comento. Me molesta su manera de finiquitar los libros, pero seguiré leyendo a Sara Mesa siempre que publique. Otro punto a favor: los libros no son muy extensos. Y este dato, que puede parecer absurdo, a veces es un estímulo. Tampoco creo que el ritmazo que consigue fuera sostenible más allá de 200 páginas. 

Concluyo este texto con una recomendación: id al cine y no os perdáis Un amor, adaptación de la novela de Mesa, dirigida por Isabel Coixet y con guión junto a Laura Ferrero. Tan inquietante y desagradable, en momentos, como el libro. Peliculón que incomoda, como la realidad. 

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