Más conversaciones casuales



Desde hace tres semanas vivo acatarrada. Creo que es mi nuevo estado, pero no va a poder con mi energía. Si bien, esta mañana al sonar el despertador, tras el agotador día de ayer y mi primera noche sola en Dumfries, creí que no tenía fuerzas para levantarme. Pero tenía una cita.

Sí, una de esas citas que no entiendes muy bien por qué ni para qué. Claro, que aquí, en Escocia, entiendo el 50-70-80% de la información y, como soy curiosa por naturaleza, no me gusta quedarme sin conocer el resto. Pese a todo, pese a la tentación de inventarme una excusa y mandar un email anulando la cita, me he dirigido a Dumfries and Galloway Wellness and Recovery College

Han sido apenas tres minutos de recorrido porque se encuentra al lado de nuestra casa. En este pequeño intervalo he vuelto a lamentar no estar acometiendo todas las tareas pendientes: escribir varios artículos y buscar información para otros tantos; planificar el viaje de mañana a Glasgow y la entrevista en la oficina de empleo; preparar la maleta para el gran viaje de los próximos días por Escocia e Inglaterra; la clase de español de esta tarde, la de pasado mañana... En fin.  

No solo eso sino que, presumiendo de mi carácter procrastinador, he considerado que la bellísima luz de la mañana era una buena razón para un paseo y disfrutar del color de los árboles. Pero he cumplido. 

El encuentro respondía a mi solicitud de voluntariado en la oficina de The Third Sector. El lunes, acudí a otra cita, en The Food Train, porque me gustaría compartir mi tiempo (escaso, pero valioso) con algunas personas que padezcan soledad. Hasta que comprueben mis antecedentes penales, no lo haré. 

Lo dicho, David, quien me atendió en The Third Sector, consideró que dada mi experiencia docente (esto sucede cuando exageras un poco y creen que llevas media vida en las aulas) podía encajar en algún proyecto de Dumfries and Galloway Wellness and Recovery College. 

He escuchado a Marjory durante más de 30 minutos hablar sobre salud mental y cómo brindar herramientas para una vida más plena. Su trabajo consiste en desarrollar cursos con un objetivo terapéutico. Me ha explicado que las personas que asisten son estudiantes, no pacientes, pero algunos viven o han vivido alguna experiencia difícil: física o emocionalmente. Cuando estaba agradeciéndole su tiempo y buscando las palabras apropiadas para decirle que, quizá, había habido una confusión con mi perfil, algo, no recuerdo qué, ha hecho que nuestra conversación diera un giro. 

He sentido la confianza para poder hablar de los dos abortos que sufrí junto a mi pareja, de cómo me recuperé gracias a la terapia y cómo la escritura fue una de las claves. Es decir, el hecho de analizar mi lenguaje y comprender mis emociones. De cómo me negué a tomar pastillas y encontré en el apoyo de un profesional de la psicología, en el deporte y en el amor la mejor cura. Y así fui capaz de atravesar la tristeza de manera consciente. También la ira, la desolación.

Le he contado que en su día visité la Consejería de Sanidad de Pamplona y expuse la manera tan injusta en la que una mujer que aborta es tratada en Navarra. Quise que nadie más viviera lo que yo viví al tener que viajar a otra ciudad, al no poder dormir en mi propia casa y descansar. Le he expresado mi deseo de, en algún momento, compartir mi experiencia con otras personas que padecen dicho dolor. 

Sí, yo hablo de nuestros abortos porque quiero que cambien algunos aspectos en la sociedad. Quiero que encontremos la manera de nombrar algo que, hoy por hoy, nos cuesta. Quiero que sepamos  (porque es necesario) preguntar con naturalidad, no temer hacerlo porque llegan las lágrimas y resulta incómodo. 

Solo quienes lo han vivido en primera persona saben a qué tipo de sentimientos y reacciones me refiero y cómo entonces resultan reconfortantes las llamadas (y no los emails o whataspp), un café sin hablar, o un paseo sin rumbo fijo. Cómo llegas a creer que eres una rara y prefieres estar aislada que con personas que te animan con frases del tipo: ¡A la tercera va la vencida!

Además, hemos charlado sobre la escritura, sobre mi libro y el poder reparador del Camino de Santiago. En fin, de tanto y tanto, que durante noviembre asistiré a uno de sus cursos, titulado Book Balm, reading for recovery

La vida, que a veces es jodida y otras inesperadamente bella, nos guarda estos encuentros. El poder charlar durante más de dos horas, en inglés, sobre mis sentimientos, sobre lo sufrido y lo vivido, esta vez ya sin llorar. 

He sentido agradecimiento hacia mi psicólogo, Josetxo Zubiria; hacia Rocío, que fue mi mayor apoyo en la gélida -en sentido literal y figurado- Pamplona; hacia mi médico de cabecera, Izaskun, que secundó mi negativa ante las pastillas; hacia mi madre y mi padre, mis hermanos, mis tías; hacia mis suegros y el resto de la familia. Hacia Josemi. 

Después de mi inesperada conversación con Marjory, por supuesto, he paseado por el campus y he agradecido la luz, el rocío de la mañana y el aire puro. Y ahora, procrastinadora, no estoy resolviendo las tareas pendientes, prefiero escribir este post. 












Al llegar a casa, tenía un email de alguien con quien hace tiempo que no hablaba. Él, Vicente, me preguntaba si ya estoy recuperada. Y eso también ha sido un regalo. 

Gracias, vida, universo, por lo bueno. Y por lo malo. También por eso.  

Comentarios

  1. Es maravilloso leerte, entenderte y tenerte....

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  2. Hola María. Soy Noelia de utrillas. No sé si te acordaras de mi porque perdimos el contacto. Hice contigo la carrera de hispánicas. Supe de tu historia por RE, y ahora leyendo tu blog, me gustaría decirte que me encanta la vale ti con la que afrontas el tema, y me gustaría mostrarte mi empatía también. Yo he pasado por 4 abortos, y tampoco me avergüenza reconocerlo y hablar del tema, lo hago con naturalidad, con cualquiera que me pregunte: alumnos, compañeros, familia o desconocidos si hace falta. Imagina lo que muchos opinan, aunque no digan, pero es importante tratar el tema con naturalidad y sin miedo. Sin culpas. No es algo que haya que tapar, no nos hacemos ningún favor a nosotras, ni a los nuestros, ni a las futuras generaciones de mujeres. A partir de mi experiencia conocí tantos casos... algunos incluso muy cercanos, que estaban escondidos, enterrados, como si alguien hubiese hecho algo malo. Me alegro de que estés tan bien, tan feliz y disfrutando del mundo. Un besazo gordo!

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    1. Hola, Noelia! Claro que me acuerdo de ti!! Hablemos de los abortos aunque incomode porque hacerlo puede ayudar a otras mujeres y hombres que lo viven de cerca. Yo hablo de nuestros abortos y también de mi problema genético por el que no puedo tener hijos. Lo hago porque mucha gente desconoce que existen mil factores para no poder tener un hijo. Aunque la mayoría los tenga bellos y sanos. Yo hablo de nuestros dos abortos y de nuestra decisión de no adoptar porque creo que estamos rodeados de prejuicios. Y sobre todo porque quiero que el sistema de salud y sus profesionales nos traten como necesitamos, no como mujeres que entraron con un tripa y como ya no la tienen, no pasa nada. Unas pastillas y a seguir viviendo! Ánimo Noelia, si quieres hablar, mi mail es mnajeracomunica@gmail.com Un abrazo muy grande!

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