Lala fue y es luz


Hoy, hace 30 días que tomé la decisión de dormir a Lala. Darle descanso. 

Y desde entonces he querido escribir sobre ella, sobre su amor, sobre lo que supuso en nuestras vidas y lo que cambió irremediablemente. Pero no he podido. He sentido un bloqueo.

Voy a intentarlo.

Digo que tomé la decisión porque Josemi se resistió a asumir que había llegado el momento de decirle adiós. Luego me agradeció la firmeza en mi decisión. No haber esperado más días.

Lala llegó a nuestras vidas el 1 de junio de 2020. Se fue el 5 de octubre de 2023. En esos 3 años y algunos meses ella y yo apenas nos separamos. Fuimos una compañía silenciosa, constante. Yo le hablaba, pero Lala ni siquiera ladraba. Lo hizo por primera vez al año de estar en casa y alucinamos. Supimos que tenía la voz ronca. 

Lala fue discreta y muy elegante. No ladraba. No incomodaba. Se escondía. Pasaba desapercibida, o eso pretendía. Porque no lo consiguió con su mirada. 

Durante ese tiempo recorrimos varias veces al día nuestra calle. Siempre con paso lento. Y siempre, cada día, casi diría que en cada paseo, alguien se paraba y reconocía lo especial de su mirada. 

Ahora, que parece que supero el bloqueo, quiero darle las gracias a Lala. Ella fue luz.

Se fue con luz. 

Quizá sea mi forma de ser, pero hasta en el instante final, cuando cerró los ojos, vi belleza. La belleza de haberla tenido cerca este tiempo. 

Su amor es el más limpio que he sentido hacia mí. 

Gracias, Lala. Siempre vas a ser luz. 

PD. Hoy, Frida me ha abrazado fuerte. Sé que ha sentido mi tristeza.

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