De Matarraña

Traigo largas horas de sueño envuelta por las blancas sábanas de La Fábrica de Solfa (Arrabal del Puente, 16. Tel. 978 850 756,www.fabricadesolfa.com), en Beceite.

(© Foto Jordi Ferrer)


El sabor de desayunos salados y dulces mermeladas mientras una inquieta lavandera llamaba al cristal. El de las croquetas que Rubén elaboró y también, por qué no, el de las conversaciones con su hermano, Javi, sobre la necesidad de cambiar tantas posturas adoptadas durante largo tiempo. 


Traigo el sonido de las campanas de la iglesia, a lo lejos.


De Matarraña traigo el sabor del té de roca. Estimulante y con notas a monte, como el de mi infancia, que sin ser de esta provincia también lo produce.




Traigo el color de los almendros, blancos y rosas, cuya temprana primavera, afortunadamente, este año no me perdí.




Y el primer sol en el rostro, el que queda con el aire puro. El de paseos por El Parrizal y las Peñas de Masmut, en busca de tesoros (www.geocaching.com), por fin hallados, entre ríos y romeros.




Queda el aroma de los aceites de Matarrania (www.matarrania.com), que yo descubrí hace un tiempo en Pretty Good (www.prettygood.es) y que se han convertido en un básico de mi mesilla de noche, junto a los libros.


(© Foto Matarrania)



Y atardeceres desde poblados íberos.


(© Fotos Cardamomoyclavo)


Queda Matarraña para volver una y otra vez.

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