La Tulipe y sus mejillones

Hubo un verano en el que recorrí Francia, me emocioné con Bretaña y enmudecí con Normandía. Ese verano pasé por Rotterdam y llegué hasta Ámsterdam. No iba sola. Mi hermano conducía la furgoneta.

Y en cada parada nos alimentábamos de mejillones con patatas fritas, de ostras, quesos y helados. Ni más ni menos. Ésa fue nuestra apetitosa dieta.

En Madrid, descubro ahora un lugar en el que sé que no me equivocaré al elegir mejillones. De tanto errar de mesa en mesa, dejé de pedirlos.

Hasta que conocí La Tulipe (Serrano, 110. www.latulipe.es) que no sólo es rico, también es bonito.






Decorado por Mónica Andina y Fernando Tapia, es ecléctico, con referencias de la decoración gala de aquellos bistrós de los años 40 y 50.






Aquella noche no dejé una miga de aquel pan esponjoso, que tan rico estaba empapado en nata y ajo.




En los días fríos, volveré y la sopa de cebolla será mi elección. Y una mañana me concederé un premio; será un desayuno en el que no falten huevos benedictine. Porque sí, porque me los habré ganado.




Como también mereceré una tarde en su soleada terraza, sin prisa alguna y con un pedazo de tarta.



(© Fotos La Tulipe)



Otro día, lo sé, la excusa para visitar La Tulipe, serán sus crepes. 
¿O quizá sus quesos? No importa. Iré.

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