Y conocí París

He tardado en visitar París. La espera ha merecido la pena.

Ha sido cuando las luces navideñas adornaban la ciudad. Cuando unos y otros corrían atropelladamente en busca de los regalos. Yo me quedé en la puerta. Sí, admirando escaparates como los de las Galerías Lafayette (www.galerieslafayette.com) y de Uniqlo (www.uniqlo.com).

Sin dudarlo, entré en Le Bon Marché Rive Gauche (www.lebonmarche.com). Mucho más que unos grandes almacenes. Mucho más.

Y si no hubiesen sido tan sólo 48 horas en París, hubiese pasado largo tiempo contemplando la exposición que, con motivo de su 160 aniversario, reúne la evolución de su logotipo.






Un ejemplo de cómo los cánones publicitarios marcan la estética y de cómo casi todo vuelve.

En La Grande Épicerie de Paris (www.lagrandeepcierie.fr) sentí un apetito enorme y quise degustar de aquí y de allá.



Quise, sobre todo, vivir en París, tener una gran cocina y poder comprar infinidad de alimentos para, como Babette, preparar un gran banquete.

He tardado en conocer París y entrar en Fauchon (www.fauchon.com) aunque sus tés, chocolates y otras delicias ya las hubiese probado gracias a Leah.





Callejeé por Saint Germain y me detuve ante sus anticuarios y galerías. Así como en infinidad de librerías y floristerías.



Subí al Sagrado Corazón y descendí hasta Le Marais. Comí sopa de cebolla en cualquier restaurante y claro, degusté foie gras sobre brioche, en el restaurante del Hotel de Vendome (www.hoteldevendome.com). Eso y otras delicias.



Tras tanto caminar y un baño de espuma, soñé entre las sábanas del Hotel Banke (www.derbyhotels.com).





Me detuve ante las joyas étnicas que componen su valiosa colección y probé todas las mermeladas del desayuno. Y los cruasanes, con mucha mantequilla.




No, no subí a la Torre Eiffel. Me bastó con verla desde lejos. 



(© Fotos CyC)

Y no regresé a Madrid con la elegante bolsita de Ladurée (www.laduree.fr) ni tampoco con un anillo, pero sí con mil besos.

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