Diego dice: ¡Qué bueno!

Hemos regresado a La Granja de Alcuneza (www.lagranjadealcuneza.es).

Es un restaurante familiar situado en el municipio de Alcuneza, a poca distancia de Sigüenza, esa ciudad medieval en la que yo soñé que pasaría los veranos. 

Es familiar y apetece ir en familia. La última vez, Diego y Claudia, que siempre tienen hambre y les encanta ir a restaurantes, disfrutaron como lo que son: como enanos.

Después de probar las famosas migas, las chuletitas, la sopa castellana y el conejo al ajillo, Diego, de forma espontánea, le dijo al dueño de La Granja de Alcuneza: Señor, ¡qué bueno todo lo que hacéis!

Y el hombre, pues claro, feliz. 

Me gustan esos restaurantes en los que no importa la decoración. No importa que la atmósfera sea sofisticada. Importa, nada más y nada menos, que la comida esté bien hecha, que el trato sea cercano y que se note cariño, día a día.

Por eso, espero regresar más veces a este restaurante que ahora llora la muerte del que ha sido su cocinero. Santos, el hijo convertido en chef que ganó varios concursos por sus ricas tapas. Ellas siguen en la carta y su memoria entre la clientela, es decir, esas familias que cuando volvemos le recordamos.

La cocina bien hecha, el cariño, el buen trato y la ausencia de este joven son más que razones suficientes para reservar mesa en La Granja de Alcuneza. Y ser conscientes de que los negocios locales, en manos familiares, son un ejemplo de tesón. A ellos deberíamos apoyarles. 

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