Te he copiado, Jesús Terrés

Me gusta leer Nada Importa. Jesús Terrés desvela una forma de ver, entender y pasar la vida similar a la mía. Disfrutando que es gerundio.

Uno de sus últimos textos me ha fascinado, como acostumbra, pero un poquito más. Tanto que decidí tomar la idea. Su título es Cosas que amar

Es éste:


El mío comienza a continuación y le añado el adverbio: irremediablemente. Porque es una de las palabras que a mí más me gusta y porque mi idilio con lo que sigue escapa a todo tipo de raciocinio. 

El Nescafé con leche fría.

La leche fría sin Nescafé en la que sumergir esos bollos que en mi casa llamamos 'niceratos'. Nicerato es el panadero. La verdad es que amo la leche fría en la que sumergir casi de todo: galletas Príncipe, las magdalenas que Fina hace en las vacaciones de verano...

Los mimos de Diego. Cuando mete la cabeza en el hueco de la clavícula y se acaricia como un gatito. 

Que Claudia responda: 'Tía, yo a ti también te quiero. Mucho'. 

Dormir sin despertador.

Anocher y amanecer junto al mar.

El tomate frito, la mermelada, el gazpacho, los huevos rellenos y casi todo que cocina mi madre. 

Y de ella, que nunca canta, escuchar su risa.

Llamarle a él, solo a él: 'Flaco'. 

Reírme como antes. Sí, como cuando no existían los problemas, como cuando todo lo hacíamos a lo bestia. Así lo recordó una vez Patricia. 

Utilizar palabras que solo existen en Aragón y comenzar a recordar muchas más. Y, claro, no parar de reír. 

El invierno. La lluvia, meterme bajo la ducha y, tras ella, embadurnarme el cuerpo con crema hidratante. Ponerme el pijama y dormir. 

Desayunar en la cama. Desayunar en casi cualquier lugar. Sobre todo tostadas de pan de molde, gordas y con mucha mantequilla. 

Precisamente la mantequilla de Soria. Y los torreznos de la Casa del Guarda, en Valonsadero. Los de allí y los de cualquier barra que se precie en la capital numantina. 

Hablar con mi padre y que me diga: 'Tata'.

Y la lista de cosas que amar irremediablemente continúa... Por fortuna. 


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