Mejillones en escabeche

Cuando éramos niños, mi hermano Nacho, el mayor, sentía debilidad por algunos alimentos.

Comía el queso de medio kilo en medio kilo. Así que parábamos con frecuencia en la pequeña tienda de Honorata, en Chodes, para comprar otro queso más. 

Bebía la leche de vaca por litros. Quizá por eso mide 1,87 y yo 1,57 cm.

Y también comía latas de calamares, berberechos y mejillones de dos en dos. Mis padres desesperados, las escondían por aquello de que cuando había visita, no quedaba nada para el aperitivo. Pero él, Nacho, siempre hallaba los escondites y se las comía. 

Quizá por esa tradición familiar yo también he comido muchos mejillones en escabeche. 

En la residencia de monjas, los domingos no teníamos comida y yo me preparaba un bocadillito como una marquesa.

Pan, tomate, los mejillones y el escabeche empapando todo. Desde entonces, soy bastante pesada con elegir buenos mejillones.

Mis favoritos:


(© Foto Frinsa)


De las Rías Gallegas, fritos en aceite de oliva. Los de Frinsa (www.frinsa.es) son una absoluta locura. Su escabeche mezclado con queso de untar no puede estar más bueno.


(© Foto Ramón Peña)

Ramón Peña. Al abrir una nueva lata, me pregunto cómo algo tan pequeño y tan ordinario como una lata puede contener tanto sabor. Cojo pan y mojo hasta terminar el escabeche.

Lo bueno de profesar tanta debilidad por un producto así es que siempre encuentras otros locos del asunto. Ángela y Jana lo son. Y ellas hicieron que en mi último viaje a Asturias buscará incesantemente un supermercado Alimerka para llenar la cesta de los mejillones de dicha marca. 

Diré que los hay exquisitos que bien merecen pagar su precio pero en las estanterías de algunas tiendas descansan humildes marcas que son absolutamente recomendables. ¡Y por poco más de un euro!

Esta noche, de cena: bocata de mejillones. 

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