Días sabrosos

Confieso que casi todos mis días son sabrosos. Porque -generosamente- pongo sal y pimienta a cada minuto y porque adoro disfrutar de gestos tan cotidianos como comer, compartir un café con alguien especial, charlar, callejear.

Han sido dos días sabrosos que han sumado un fin de semana: DELICIOSO. Diré que el menú ha consistido en risas, gente que me importa cerca -muy cerca- y cositas ricas.

Como las que trajo hasta la mesa Pedro de Miguel, viejo conocido que ha tomado el timón del negocio familiar: Los Chanquetes (Moratín, 2). Con su simpatía habitual se gana al público de esta taberna como las de antes, ésas que a mí me gustan especialmente. Plagada de motivos taurinos, pintada en grana, es una barra en la que con el vermut de grifo, como cortesía, tapa de torreznos y plato de arroz con cangrejos.


En el salón. Más homenaje al albero y mesas apretadas que permiten envidiar lo del vecino: fabada humeante, frituras de las de siempre...

Y en mi mesa: boquerones en vinagre, chopitos, croquetas como las de rabo de toro (ummm...) y también deliciosa carne y un postre tan dulce como el pudin...




De aquí a Oíta (Hortaleza, 30) para charlar con Anabel de momentos vitales y luego caminar con el único rumbo del deleite visual. Tanto que la búsqueda de cosas bonitas me llevó hasta Isolée (Infantas, 19. www.isolee.es), La Antigua Shop (Pez, 2. http://laantiguadepez.blogspot.com/) y a Maggie (Conde Duque, 5). Creo que regresaré buscando un vestido como éste:


(© Fotos Maggie) 


Sábado, sabroso. Domingo de cocido de El Charolés (Floridablanca, 24). Sin ir hasta El Escorial (cachis...),  en casa, después de descongelarlo y realmente suculento. Brindando...



(© Fotos Cardamoyclavo) 


por los días de Sur, cálidos, alegres. Y los de otoño tan especiales como estos.

Puritita felicidad.

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