Con amigos

Yo no tengo un lugar al que ir y saber que habrá amigos. Que nadie piense que tengo problemas sociales o algo similar.

A pesar de que en los últimos años, he visitado infinidad de bares y en alguno, ciertamente, me quedé en su barra, casi mudita, y sola, hasta que recuperaba las fuerzas, no tengo un bar en la esquina (y hay uno en cada una) en el que sé que, vaya a la hora que vaya, habrá un amigo.

Por eso, me gusta cuando Eduardo me dice: 'Pasé por donde Beto y me quedé con tal y luego llegó no sé quién'. No me extraña que él haya hecho de Baco y Beto (Pelayo, 24. www.bacoybeto.com) su segunda casa. Porque Beto es muy especial.

No me extraña, además, porque es un lugar sencillo, sin estridencias, en el que se toman buenos vinos y se comen cosas ricas. Como las croquetas, que cada día son una sorpresa, quizá de queso azul y cacahuetes, de espinacas, ¡quién sabe!, o las setas empanadas con alioli de trufa, que yo no puedo tomar. Y esas tartas: de manzana, guayaba...

Me gustan los bares donde uno se encuentra con amigos aunque yo no tenga el mío.

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