Creí ser invernal
Siempre he adorado los días fríos. La lluvia y la sensación de volver a casa. Mi refugio.
Pero ayer me di cuenta de que quizá ya no soy invernal. Ayer necesité primavera.
Sucedió al encontrar el primer almendro en flor de 2012. Siendo niña, esta imagen anunciaba la pronta llegada de los días con más luz y suave temperatura. Y recuerdo a mi padre, al regresar del colegio, afirmando el ocaso del invierno.
En la ciudad, quizá porque el paisaje es monótono, apenas aprecio el cambio de estación. Y de repente, un día descubro que ya pasó el otoño o que el éxodo confirma que se trata de agosto.
Posiblemente dejé de ser invernal para necesitar más que nunca esos rayos de sol que calientan suavemente la piel.
Ayer, el primer almendro en flor provocó en mí un pellizco leve de melancolía. Quiero recuperar esos tiempos en los que sí advertía el cambio de estación.
Creí ser invernal... pero quizá ya no.
Pero ayer me di cuenta de que quizá ya no soy invernal. Ayer necesité primavera.
Sucedió al encontrar el primer almendro en flor de 2012. Siendo niña, esta imagen anunciaba la pronta llegada de los días con más luz y suave temperatura. Y recuerdo a mi padre, al regresar del colegio, afirmando el ocaso del invierno.
En la ciudad, quizá porque el paisaje es monótono, apenas aprecio el cambio de estación. Y de repente, un día descubro que ya pasó el otoño o que el éxodo confirma que se trata de agosto.
Posiblemente dejé de ser invernal para necesitar más que nunca esos rayos de sol que calientan suavemente la piel.
Ayer, el primer almendro en flor provocó en mí un pellizco leve de melancolía. Quiero recuperar esos tiempos en los que sí advertía el cambio de estación.
Creí ser invernal... pero quizá ya no.
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